- ¿Oletea? - entrecierro los ojos para ver la imagen con más claridad. - ¡Oletea!
- Eva... - murmura ella. - Dios mío, Eva. - se acerca a mi y le abrazo. - No puedo creerlo, estás realmente viva.
- Lo estoy. - digo al borde del llanto. - Pero necesitamos tu ayuda para que siga estándolo.
- Lo sé. Tu buen amigo ya me ha comunicado nuestro plan. Vais a salir de esta, Eva. Vamos a salir de esta.
- Gracias, Oletea. - digo tras esbozar una sonrisa. - Gracias por ayudarnos, de verdad. No se qué haría si no te tuviera. - susurro. -
- Sabes que haría lo que fuera por ti, primita. Es mi turno de ayudarte al igual que me ayudaste tu a mi en el pasado. - sonrío y vuelvo a abrazarla. -
- Realmente sois parecidas. - dijo Dante. - No esperara que tuvieseis tanto físico en común...
- Y que lo digas. - espetó Samantha. Mi prima y yo sonreímos. -
- Bueno, es hora de ponerse en marcha. - comunicó Dante. - Dentro de menos de 30 minutos os van a hacer el chequeo médico mensual, hay que darse prisa. - todos los que estábamos en la cabaña (Samantha, Dante, Oletea y yo) asentimos con la cabeza.
Me despedí de Samantha y le pedí que cuidase de mi hermana; aunque Dante iba a darles el privilegio de venir a verme una vez por semana, y le di las gracias a este por todo lo que estaba haciendo por nosotros.
- Ten cuidado, ¿vale? - le digo a mi prima. -
- Lo tendré. Cuídate a ti y al bebé, ¿sí? - dijo poniendo con delicadeza su mano en mi viente, ya notable. Yo asentí. -
- Bien, es hora de irnos, Eva. - dijo Dante. -
- Gracias a todos por vuestra ayuda, nos vemos pronto.
***
- Ven. Sube. - me dijo Dante. - Tienes que ir en la parte trasera, si no los soldados sospecharían - explicó. -
Subí con su ayuda a la pequeña camioneta que se utiliza para transportarse por el recinto. Me explicó que para ir al escondite donde me quedaría hasta "nueva orden", como dice él, hay que pasar por la torre central y allí nos preguntarán que a donde vamos. Yo debo quedarme quieta en una posición en la que no se note demasiado mi abultado vientre y no decir nada, bajo ningún concepto.
- Está bien, no diré nada.
- Bien. No tengas miedo, todo saldrá bien.
Nos pusimos en marcha al minuto. Por el camino había muchos baches y la posición en la que estaba me resultaba incómoda. Siempre que pasaba un guardia por delante fijaba mi mirada en el suelo y respiraba intentando tranquilizar mis nervios.
Pero estos solo aumentaron cuando la camioneta paró delante de la torre. Dante miró por el retrovisor y me intentó transmitirme calma, aunque no fue demasiado efectivo.
- Wohin gehen Sie? - dijo el guardia. -
- Ich werde diesen Gefangenen befragen, anscheinend hat es einen streit zwischen den Frauen gegeben - contestó Dante. -
- Ach, klassisch. Sie dienen nur dazu, oder? Hahahaha.
- Jawohl hahaha . - aunque yo no entendía el idioma, sabía que había creído lo que Dante le había dicho.
- Das passiert. - pulsó un botón y abrió la puerta. -
- Danke. - contestó. -
Lo había logrado.
- Cuando los soldados ya no podían vernos, miró de nuevo por el retrovisor y sonrío, contagiándome su gesto.
- Ahora vamos a pasar por la zona masculina.
De repente, mi corazón empezó a latir muy fuertemente, y no por lo que Dante acababa de decir.
No podía decirlo con certeza, pero mi alma percibía algo distinto en esta zona.
Una cabellera rubia, baja y triste que trabajaba como todas las demás cabelleras morenas e incluso negras.
Una persona con una cabellera rubia, que podría distinguir entre mil del mismo color.
Mi cabellera rubia. Mi persona con cabello rubio.
La camioneta estaba pasando por su lado, tan cerca que casi podía tocarlo.
Las lágrimas se apelotonaban en mis ojos y ya empezaban a caer. Mis manos temblaban y mi voz era muda, hasta que de un impulso, lo grité:
- ¡Hugo! - sonó con eco, o al menos en mi cabeza. Todo iba a cámara lenta. Sus ojos encontraron los míos, y sus cejas se arquearon. -
Pero nos estábamos alejando.
Soltó la herramienta y flexionó sus piernas para levantarse.
- ¡Eva! - gritó ahora él. -
Todos los demás prisioneros levantaron la vista al escucharnos. Todos nos miraban, todos prestaban atención a la escena de reencuentro que estábamos protagonizando. Incluso Dante parecía emocionado.
Pero yo solo podía prestarle atención a la persona dueña de mi fija mirada, a esa persona que se había levantado y había echado a correr tras la camioneta en la que tanto yo como nuestro bebé estábamos montados. Solo podía prestarle atención a él, cuyos ojos al igual que los míos, soltaban lágrimas de emoción.
Pero sonreía. Sonreía como yo y como Dante.
Sonreía mientras corría para alcanzar mi mano, y rozarla por primera vez en tres meses.
Y yo se lo permití. Estiré mi brazo y dejé que la tocara.
- Eva. - susurró. -
- Mi amor. - contesté yo, hecha un mar de lágrimas. -
Pero los soldados le alcanzaron, le agarraron de los brazos y le hicieron parar de correr.
Sabía que aquello era inevitable, así que le dejé ir antes de que se enfadaran más.
- ¡Te quiero! - grité mientras le veía más y más pequeño cada vez.
Él no contestó, simplemente sonrío y dejó que las lágrimas terminaran de caer.
"La vida es tan bonita, que parece de verdad."
- Guitarricadelafuente.
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Holaaaa
¡¡He vuelto!!
Me alegro un montón de haberlo echo, os echaba mucho en falta.
Bueno, aquí probablemente el capítulo más emotivo de la novela.
¿Vosotrxs también estáis llorando?
Ufff, que drama.
Ya me lo decía mi amiga Ale (si estás ahí manifiéstate porfi), pero que le vamos a hacer, me gusta muuucho el drama.
Contadme que os ha parecido aquí anda 👉
Gracias por seguir aquí conmigo, os aprecio mucho a todos y todas.
Nos leemos pronto <3
Pd: Podéis seguirme en Instagram como paradoja_temporal ya que ahí voy anunciando cositas...
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Por Siempre
Historical Fiction1939. Guerra Nazi. Eva y Hugo. Campo de concentración. Tragedia. Novela Inspirada en la película "La Vida es Bella" Espero que os guste mucho.