"Problemas en el Yunque Ebrio" Parte 13

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Era una taberna cálida con una chimenea al fondo, una barra central y a su derecha un par de taburetes. Hacia el centro de la taberna, unas mesas situadas a cierta distancia unas de otras. No había casi nadie a excepción de dos personas en la barra y un anciano de barbas blancas en la mesa más cercana al cálido fuego de la chimenea.

-Ven, sentémonos en la barra -sugirió el hombre que le acababa de salvar la vida- sabes...deberías ir con más cuidado en esta parte de la ciudad, está llena de gente sin escrúpulos y bandidos, muchos bandidos que no dudarían en quitarte hasta el último objeto de valor que lleves contigo. -terminó diciendo- es un consejo.

- Voy buscando a una persona -dijo Gargoth.

-¿Buscando a alguien dices? y...¿puede saberse quién es ese alguien?

-Su nombre es Germer, me dijeron que lo encontraría en esta taberna.

En el preciso momento en el que de los labios de Gargoth salió la palabra "Germer", el sonido de constante murmullo de la taberna, por muy bajo que fuera, cesó. Hasta el tabernero dejó de fregar la jarra mohosa que sostenía en las manos. Durante unos instantes hubo una tensión que se podía palpar, pero un momento después...volvió todo a la "normalidad", fue todo como un lapsus, un silencio incómodo como si hubiera dicho algo malo y luego... todo normal.

El hombre del arco miró de reojo a todo el mundo que se hallaba allí, de vez en cuando echaba un ojo al camarero que tenía pinta de ser fuerte, ya que era bastante grande.

-Y...¿para qué buscas a ese tal...?¿Cómo has dicho que se llamaba?¿Germer?Si puede saberse claro...- susurró.

-Pues...debo entregarle un mensaje ¿le conoces? - Preguntó Gargoth.

-Puede que lo conozca, ¿qué mensaje es?

-Traigo un mensaje de mi abuelo que me envía a buscarlo -aclaró Gargoth mientras sacaba el collar de plata que llevaba en uno de sus bolsillos y lo mostraba. El hombre abrió mucho los ojos, cualquiera que lo hubiera visto de frente pensaría que se le iban a salir de las órbitas, entonces reaccionó y agarró el colgante, introduciendolo otra vez en el bolsillo de Gargoth.

El hombre miró a ambos lados, a la espera de que nadie les hubiese visto.

-¡¿Pero qué haces?!  -susurró el hombre- ven, yo soy Germer, sígueme ¡corre! -exclamó mientras dejaba un saquito encima de la barra. El camarero cogió la bolsa y abrió una puerta pequeñita que había tras él, en la parte posterior de la barra.

-No, tu no eres Germes solo quieres el colgante- Dijo Gargoth asustado.

Entonces el hombre golpeó con una jarra la cabeza de Gargoth y éste quedó inconsciente, otra vez...

Los viajes de GargothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora