III: Decisión.

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La puerta principal de la casa fue cerrada de un portazo antes de iniciarse una sesión de besos sucios e intensos.

A duras penas, entre lo que pasaron de besos a una completa lucha entre sus lenguas, Suguru cargó al peliblanco, metiendolos a ambos en su cuarto, cerrando la puerta de una sola patada y asegurandola con llave.

Gojo se soltó del pelinegro, y lo arrastró hasta la cama.

Geto estaba dando todo de sí para mantenerse bajo control, pero Satoru no tenía ninguna intención de contenerse.

-Déjame tomar un baño primero.

Pidió, soltando un jadeo cuando Satoru lo empujó contra la cama, dejándolo sentado. Geto apoyó sus manos detrás de sí, observando como el contrario se dejaba caer sobre sus rodillas, sin escucharlo.

Tomó las rodillas de Geto y las separó, lamiendo la erección, por encima de la ropa. Gemía solo por presionar sus labios en su entrepierna, como si no tuviera vergüenza alguna, como si no le importara nada más que el pene frente a él.

Geto jadeó, con el ceño fruncido, sin querer alejar su vista del rostro de Satoru. Era demasiado erotico, y no pensaba perderse ni un segundo del espectáculo.

Gojo se separó solo un instante para arrancar la camisa de su cuerpo con impaciencia y lanzarla por allí, moviendo sus manos ahora sobre el pantalón de Geto, tironeando su cinturón, casi con desespero. El pelinegro solo atinó a quitarse también la camisa.

A Satoru no le sorprendía que fuese grande, ya lo había visto y tocado antes, pero si ya era así en ese entonces, hace años, obviamente iba a estar aún más grande.

Geto tomó por el pelo a Satoru, empujando de una vez por todas su pene dentro de la caliente boca del contrario, sintiendo sus labios envolviendo su pene.

Era el jodido paraíso.

Como si no fuese suficiente, Geto vio como las caderas del contrario se movían, buscando algún roce con el suelo, aún con sus pantalones puestos, y sus manos moviéndose hasta sus pezones, apretandolos. Sentía las vibraciones de sus gemidos en su pene, allí profundo en su garganta.

No podía soportarlo más.

-Mierda.

Maldijo, antes de quitar su pene de la boca de Satoru, alejandolo bruscamente por el cabello con una de sus manos, viendo como el peliblanco tosía, tomando aire, con saliva y líquido pre-seminal escurriendo vulgarmente de su boca.

Geto, aún con el cabello de Satoru entre sus dedos, lo empujó hasta dejarlo justo enfrente de su pene, mientras se masturbaba. Gojo sonrió, excitado, abriendo su boca, sacando su lengua, detonando la eyaculación del pelinegro, quien observó como las líneas calientes y blancas manchaban por completo el rostro rojo de Gojo.

Juraba, con su vida, nunca haber visto una escena más vulgarmente sucia, erótica. Desvergonzada.

El peliblanco sonrió, completamente extasiado, arrastrando sus dedos por su mejillas, mojándolos con el semen recién arrojado allí, y metiendo esos mismos dedos, enteramente mojados con semen, en su boca, chupándolos, con su boca completamente abierta, mostrándole todo a Geto.

-Quería que me lo echaras en la boca...

Susurró, casi como un ronroneo.

Tomó el pene de Geto, limpiando los rastros de semen, rodeándolo con sus dedos y haciendo movimientos lentos, de arriba a abajo. El pelinegro gruñó cuando Satoru golpeó su pene contra su lengua, sonriendo.

Tan sucio.

Satoru se subió a horcajadas sobre Geto, meneando sus caderas lentamente contra su pene, acercando sus labios a su oído, ronroneando;

Solo amigos. [sugusato] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora