✎𝗘𝗽𝗶́𝗹𝗼𝗴𝗼

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Jimin pasó cerca de una hora analizando lo que haría. Dando vueltas por su habitación, mirando de vez en cuando su celular y la carta anteriormente terminada.

Tenía un ligero brillo de esperanza de que Yoongi lo llamaría, pensó que lo buscaría ya que había faltado a clases ése día. Pasaban largos minutos y el teléfono permanecía con la pantalla apagada y en silencio, ni siquiera una vibración ni algo similar.Comenzaba a impacientarse, el castaño solamente buscaba y esperaba que apareciera una razón para arrepentirse, una sola sería suficiente. Bueno, no cualquier razón, una llamada Min Yoongi.

Jimin, en algún lugar de su dolido corazón, en verdad no quería hacerlo. Pensó que aún había un ligero motivo para desistir y seguir adelante.

Aunque, el tiempo se le estaba acabando.

୨ ୧

Mientras tanto, Yoongi se preocupaba cada vez más. No había visto al menor durante todo el horario de clases y se sentía culpable.

Esto porque desde que había besado a Jimin, había cambiado su manera de tratarlo. Dejó de llamarlo, dejaron de salir a caminar o a cualquier lugar, se apartó de él lo más que pudo, y sabía bien que sus acciones lo lastimaban aún más.

Tenía sentimientos demasiado confusos con respecto al castaño, por un lado pretendía tener coraje hacia él, después de todo, la idea del beso fue suya. 

Pero realmente, ésa escena no había salido de su cabeza ni por un segundo, ya ni siquiera lograba concentrarse correctamente en la Universidad y había estado distante según palabras de Heather.

Sin quererlo ni aceptarlo, acabó enamorado de Jimin de una forma considerable. ¿Pero cómo remediarlo? Ya había herido a aquel chico de cabellos ondulados y ojeras profundas, y si ahora volvía con su mejor cara diciendo «Me enamoré de ti» seguramente las cosas saldrían mal, pensó.

Además, aún estaba la peli negra. No sabía si en verdad deseaba dejarla, la adoraba, aunque ahora... No lograba medir que tanto en comparación con jimin.

-No seas idiota Yoongi, ¡ve con él! - contestó el de menor estatura al terminar de escuchar la historia del mayor.

-Pero... Heather... - suspiró.

-Mira, si ella es tan dulce y comprensiva como nos a hecho ver, te entenderá si se lo explicas. - sonrió.

-¿Tu crees Tae?

-¡Claro! Pero hazlo hoy, por favor no tardes más tiempo. - casi rogaba - Jimin te necesita ahora.

-Tienes razón...

Yoongi tuvo que buscar a su novia durante el almuerzo aún cuando ésta tuviera clase extra. Tenía que arreglar todas las equivocaciones que había tenido durante meses, meses en que se negó a aceptar que Jimin era más significativo que un simple amigo.

Cada palabra que salía de su boca le era difícil pronunciarla, no era un asunto sencillo de explicar. Pero al final de todo, la chica reaccionó de la mejor manera posible, en verdad era un ángel.

-Ve a buscarlo, no esperes a que las clases acaben. - sonrió - Quédate con él, te ama demasiado por lo que pude ver.

-Eres la chica más dulce. - le dio un último abrazo.

El pelinegro salió del campus sin pedir permiso a ningún profesor, decidió que no lo llamaría antes de ir a verlo pues quería darle una pequeña sorpresa.

De haber sabido lo que sucedía en casa del menor, hubiera llamado un sin fin de veces y hubiera corrido con toda la velocidad que le dieran sus piernas.

୨ ୧

Siguió esperando, sentado al borde de su cama con el corazón golpeando fuertemente su pecho.

Llevaba toda la mañana aguardando, esperando un motivo que no llegó.

Lanzó un último suspiro, se levantó lentamente y apagó el celular. Arrastrando los pasos llegó al baño de su habitación, cerrando la puerta con seguro al entrar.

Al mirarse al espejo las lágrimas acabaron por desbordarse de sus ojos opacos. El verse tan demacrado y roto le dolía, ¿Como pudo dejar que un amor lo orillara hasta su punto de quiebre?

Eso sólo demostraba lo que él tanto aclamaba, de verdad amaba más a Yoongi que a él mismo

-Hoy acabará todo esto. - se dijo en un susurro.

Se recargó en la puerta y lentamente fue deslizándose hasta el suelo, llorando tal vez más fuerte que nunca, dando sollozos lastimeros, y de vez en cuando jalando su propio cabello en busca de liberar su desesperación contenida.

Estaba a punto de hacer algo, la última opción que encontró para frenar todo el dolor que tenía en su ser. Una manera para dejar de sentir, y era una decisión que no tenía ningún retorno.

୨ ୧

Faltaban sólo un par de calles para llegar, Yoongi había demorado más debido a que decidió comprar un gran ramo de rosas rojas para Jimin. No tenía prisa realmente, llegaría aún así.

Con cada paso que daba, un presentimiento extraño aparecía como punzadas en su pecho. Intentó no darle importancia, aunque, debió haber acelerado su ritmo en cuanto comenzó a sentirlo.

Tal vez así no hubiera tardado tanto.

୨ ୧

Las lágrimas se deslizaban por sus pálidas mejillas, la voz casi se le había ido dejándolo afónico, sus manos temblaban llenas de ansiedad, y su mirada denotaba miedo acompañado de agonía.

Estiró un poco su brazo izquierdo y de un cajón sacó una navaja de tamaño considerable, con la punta brillando debido al filo que poseía.

La veía con terror, pero a la vez, con una pizca de esperanza.

-¿Tú podrás ayudarme, cierto? - habló por última vez.

Respiró hondo y empuñó aquel objeto con decisión. Dobló la manga derecha del suéter que portaba, y apretó fuertemente los ojos.

Lentamente incrustó la punta de la navaja sobre su muñeca, llegando lo suficientemente profundo como para perforar la vena más visible. La deslizó soltando quejidos de dolor y abriendo de par en par los ojos con miedo y asombro.

La sangre no tardó nada en comenzar a brotar, tiñendo de color escarlata su antebrazo, la navaja y poco a poco el suelo blanco que lo sostenía. Mientras más líquido dejaba su cuerpo, más débil se sentía, y menos se escuchaban sus lamentos.

Su dolor se estaba yendo por ésa profunda herida, y con él, se llevaba también los latidos de su destrozado corazón.

-Yoongi, esto duele. Pero... No tanto como no tenerte. - dijo en un hilo de voz - Me dolió amarte...

Jimin, el chico más sensible y bello que alguien pudiera conocer, acabó por extinguirse entre la tristeza y la soledad. Todo lo que alguna vez había sido, ahora se encontraba derramado como sangre sobre el suelo frío, sin posibilidad de volver.

Sus ojos, más brillantes que el cielo mismo, se cerraron para siempre, dejándolo en una oscuridad eterna.



[ ... ]



H E A T H E R - Y O O N M I N  a̶d̶a̶p̶t̶a̶c̶i̶o̶n̶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora