VII

28 1 2
                                    

A ti;
que desde tu marcha ya no florece.

Que desde tu marcha ya no florece
en el antes muy y tan inmenso prado,
cuyo doloroso auge desbocado
asume por días todos martes trece.

Y mi sonrisa ya no entristece(s).
Que por mucho que hubiéramos amado...
¡Si la situación he por fin domado
y mi alegría por segundos crece!

Yo que halagaba estar dormida.
Gran destacada era su ausencia,
que así aumentaba mi condolencia.

Después de largo tiempo demolida,
ya no quiero jugar en tu partida.
¡Ecce! He aquí mi sentencia.

Definitivamente noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora