XVIII

5 1 0
                                    


Rondando en mi cabeza

sin cesar los pensamientos

con ínfima delicadeza

hasta volverse sangrientos.


Me pregunto con qué certeza

alcanzaré su adiestramiento

para evitar el enloquecimiento

que acecha con crudeza.


Los sueños incitan,

mas la realidad acongoja,

y si las bombillas brillan

cuando tu rostro se sonroja

será porque la vida

resulta no ser tan coja.


Qué cruel, qué cruel castigo

el no encontrar abrigo

entre tanta tormenta

que mi padecer alimenta

en falta de un hombro amigo.


Sonreír a lo que viene

cuando no queda valor

para afrontar el dolor

que el tiempo detiene

aunque tu mundo, sin pudor,

continúa con vigor.

Definitivamente noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora