XII

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Cuando te fuiste,
creí estar viviendo un sueño,
un pesar del que no era dueño
y que tiñó el cielo de tonos grises.

Sufrí tal desengaño,
y, después de tan larga espera,
demostrarte no merecer la pena,
y, sin pudor, hiciste mi alma de tu amor los aledaños.

Definitivamente noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora