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A la mañana siguiente, ya después de tomarse un descanso y procesar todo, decidió ir a visitar a Rusia, a ver si el mexicano no mentía.

Se preparó y fue en taxi hasta el hospital. Estaba nervioso y con miedo, pero ya no habia marcha atrás.

Al llegar, buscó la habitación del ruso y, al estar parado frente la puerta, pensó seriamente si entrar o no. Respiró hondo y entró, encontrando a varios países ahí sollozando al rededor de una camilla, y fue ahí cuando descubrió la cruel y triste realidad.

Rusia había muerto.

Una inmensa ganas de llorar, acompañadas de un nudo en la garganta llegaron y rápidamente se hicieron presentes.

México, quien también estaba ahí, sin decir nada, sin siquiera mirarlo le dio una carta, y el estadounidense acepto.

...

Esa noche, Estados Unidos no pudo reconciliar el sueño hasta que sus ojos se hartaron de llorar.

Lo habia tratado mal por un malentendido.

No se pudo despedir de él.

Y ahora todo lo que le quedaba era su carta, y el melancólico recuerdo de lo que un día, fue su amor.

Y juró que lo acompañaría todas las noches a donde él estaba.

Asi, al menos, podía volver a estar con el por un segundo, y poder despedirse como debía.

Final: Triste.

"Esperar" RusAmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora