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penúltimo

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penúltimo

Terminaron durmiendo, sin ver aquél maratón de películas y comer la deliciosa botana que Hyunjin tenía planeado hacer desde que habían llegado a su casa, aún así quedó satisfecho con lo antes sucedido.

Ser la pareja de Lee Know parecía ser un sueño, pero se quitó de dudas al ver el hermoso y fino rostro del pelinegro durmiendo con delicadeza. Se arrimó más a él cruzando el brazo derecho por el abdomen del mayor; sonriente acercó su nariz al cuello con notables marcas violetas y verdosas besando cada una de ellas con cuidado de no despertarlo.

Se sintió mal por un momento hasta recordar que el mayor había hecho lo mismo con él así que, no era un verdadero problema.

—Mh...— Lee se removió abriendo sus ojos gatunos de poco en poco apreciando la bella imagen de un Hwang risueño recién despierto con pequeñas mordidas en sus labios, por lo visto también había sido víctima en esa zona. —Eres muy lindo.— se abalanzó sobre él tomando sus caderas para besarlo con pasión y ensoñación.

Hyunjin soltó una pequeña risa de felicidad sosteniendo el rostro ajeno con sus manos siguiendo el ritmo de los ósculos que Minho había empezado a desarrollar.

—Buenos... días... hyung...— dijo pausadamente por los besos dados.

El mayor sonrió y se alejó del rubiecito, campante comenzó a vestirse.

—¿No te bañarás hyung sucio?—

—¿Puedo hacerlo?—

—Desde que somos amigos lo has podido hacer. — formó un berrinche con sus belfos semi-hinchados. 

—Prefiero dejar el olor que me impregnaste ayer en todo el cuerpo. — le guiñó un ojo haciendo sonrojar al contrario.

—¡Ve a tomar una ducha!— tomó una almohada y se cubrió la cara avergonzado encogiéndose en su lugar.

—¿Me acompañas? no sé cómo moverle y de paso ahorramos algo de agua. — dijo tratando de sonar seductor.

—Bien... no me quejo. — tomando su pantalón y colocándoselo se levantó siendo perseguido por un pelinegro feliz y enamorado.

Ambos entraron al baño y Hyunjin se dispuso abrir las llaves de la regadera.

—Te amo. — murmuró a lo lejos, pero aún así fue escuchado a la perfección por el chico.

—¡Y-ya está!— anunció, en realidad el agua era fría, pero su nerviosismo le hizo fingir que estaba a la temperatura adecuada para el mayor.

—¿Mh? ¿Nervioso mi amor?— habló contra su oído besando su cuello pegando su pelvis contra el trasero del rubiecito ya algo excitado.

—No...— rió nervioso.

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