CUENTO DE HADAS

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LA PRINCESA DE LOS COPOS DE NIEVE Y LA BRUJA DEL PÁRAMO

En la noche de un crudo invierno, en un reino muy lejano. Ya hace mucho tiempo. Un rey estaba destrozado por el dolor pues a su esposa e hija en un complicado parto perdido. El sucumbimiento en la realeza fue motivo de pesadumbre para todo el pueblo, nobles y plebeyos rendían duelo en aquel día tan trágico para todo el reino .

Destrozado y sumergido en profundo dolor, una hechicera de buen corazón la triste noticia oyó y decidió calmar su dolor concediéndole al rey una hija que él concibió y que tristemente esa misma noche perdió. Aquella fría noche era iluminada por los copos de nieves que descendían del cielo como blancas plumas. La hechicera formó entonces así una hermosa criatura de entre los cristales de hielo que rodeaban al castillo en el invierno, dando vida a una bella princesita de suaves y blancos cabellos; de piel pálida y blanca como la nieve. Pero está miró a su alrededor y pensó; que el invierno al igual que hermoso era demasiado frio y brusco. Así que entonces concederle la belleza de la primavera, de labios y mejillas sonrosadas como el pétalo de las flores y de cabellos claros como el de la corteza de los arboles. Cambiando de color su cabello conforme a estas dos estaciones del año.

La hechicera al rey Felipe la entregó y tomándola entre sus brazos esté al mirarla a los ojos pensó ​​- ¡Qué bella es! -

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La hechicera al rey Felipe la entregó y tomándola entre sus brazos esté al mirarla a los ojos pensó ​​- ¡Qué bella es! -. Y por eso, le puso por nombre Amelia porque la amo desde el primer momento en que la vio. El rey volvió a casarse y un año más tarde, tuvo por hija a una hermosa princesita a quien le puso por nombre Sofía.

 El rey volvió a casarse y un año más tarde, tuvo por hija a una hermosa princesita a quien le puso por nombre Sofía

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La princesa Amelia fue creciendo y haciéndose cada día más bella. Al cumplir los 18 años era una jovencita aún más hermosa que la luz del día. La princesa acostumbraba a salir en el invierno pues tenía una fascinación hacia el hielo, precisamente hacia los copos de nieve. De modo que había algo muy especial dentro de ella que la conectaba hacia aquellas épocas frías del año, salía cada tarde de invierno a distraerse al bosque del paramó. Solía ​​acercarse a los pajarillos, sostenerlos en su dedo pulgar y hablar con ellos.

Un príncipe joven de un reino cercano cazaba en el bosque y con su arco de flechas apuntaba

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Un príncipe joven de un reino cercano cazaba en el bosque y con su arco de flechas apuntaba. Escondido bajo un arbusto a un inocente animalito correr entre los árboles vio y disparó. Un zorro de orejas rectas y triangulares, de pelaje rojizo espeso, de cola larga y tupida cerca de la princesa había sido alcanzada por una flecha, el pobre pajarillo huyó y la princesa se escondió; Detrás de un frondoso árbol el príncipe a una joven dama vio. La princesa con precaución asomaba la cabeza, pero al no ver a nadie con cuidado se alejó. Descuidada, el príncipe tomó su delicada mano y ella con gran sorpresa volteó.


- ¡Usted perdone, no fue mi intención asustarla!

Ella soltó su mano y al girarse, él la otra mano tomó. Pero al voltear la princesa hacia él, su capucha cayó mostrando su precioso rostro. El joven príncipe quedó impactado por su belleza. Era la cosa más hermosa que haya visto alguna vez él inclinándose a ella con reverencia dijo.

- ¡Soy el príncipe William, del reino de Abaldor!

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