A pesar de todo lo que hiciste... Te amo.../Katsudeku/Omegaverse

II

Es la primera vez?

Izuku se encontraba de camino hacia el reino de los Bakugou, iba acompañado de su esposa, su padre, su hermana y el prometido de esta. Izuku estaba algo ansioso, más bien su omega no paraba de emocionarse, no entendía porque, cada que estaban más cerca del reino de los Bakugou, su omega se ponía más... ¿Feliz? No lo entendía, ¿Por qué su omega estaba actuando así? Izuku solo lo ignoro, creyó que era solo porque iban a firmar el contrato de paz, pero aun así se le hacia extraño.

Al llegar a la entrada del reino de los Bakugou, al ojíesmeralda le dio un mareo –Hijo, ¿estas bien? – Le dijo su padre preocupado.

–Si... Estoy bien no te preocupes – Su padre lo vio no tan convencido, e Izuku para que su padre se calamara, le dedico una sonrisa, esto fue suficiente para que su padre esté convencido, pero a Izuku de verdad le estaba pasando algo.

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Bakugou estaba sentado junto a una ventana en una mesa, leyendo un libro de pociones, Bakugou, a decir verdad, era bueno en ello, las hacía cuando nadie se daba cuenta, ya que a la realeza no se le tenía permitido hacer pociones, para eso estaban los magos, pero a Bakugou le encantaba jugar y hacer nuevas pociones, experimentar con ellas, no tenía mucho que había creado una que hacía que una persona se desmaye por un determinado tiempo, ahora estaba creando una para matar a las personas, si una persona bebía un trago de esa poción, moriría al instante, Bakugou la estaba creando para sus enemigos, pensó en usarla en Shoto, pero así el se quedaría con el trono, y una mierda, el definitivamente no se iba a quedar con el trono.
Bakugou escucho como una carreta llegaba a la entrada de su palacio y entró, supuso que eran los Midoriya, y como si fuera un interruptor, algo se prendió dentro de Katsuki, su alfa estaba... Inquieto? Feliz? Emocionado...? Era como cada noche en su sueño, solo que esta vez era más fuerte.

–Bakugou! Llegaron los Midoriya! – Le decía Kaminari a Bakugou.

–Ya lo se idiota, recuérdame porque te escogí como mi mensajero personal. Eres muy lento rata eléctrica

–Mmm duh, soy uno de tus mejores amigos Bakubro – Decía el omega de cabellos amarillos y un peculiar rayo de color negro en su cabello.

–Si si como sea, ya puedes irte – después de decir esto el alfa regreso la vista a su libro.

–A por cierto, el príncipe es un lindo omega – decía guiñándole un ojo, muy mal disimulado.

–AH!!? QUE ES LO QUE ME QUIERES DECIR RATA ELÉCTRICA!? – Y tal como un rayo, Denki salió corriendo de ahí – Tsk, eres lento al avisarme algo pero rápido al huir – Decía el pelicenizo molesto.

Pasaron aproximadamente 10 minutos para que Bakugou escuchara unos pasos acercarse a él, dejó su libro en las mesa, y al voltearse, se encontró con una cara muy hermosa que lo dejó plasmado por un buen rato. Esos ojos verdes, esos mismos ojos del pequeño omega de su sueño, también esos mismos cabellos rizados de color verde, esas mismas pecas y la misma piel blanca.

Bakugou e Izuku se quedaron mirando a los ojos un buen rato hasta que una castaña que iba acompañando a Izuku los interrumpió, hasta ese momento Bakugou no se había dado cuenta de que estaban solo ellos tres– Ejem... Me presento príncipe, yo soy Uraraka Ochako, esposa del príncipe Midoriya Izuku – Bakugou escucho estas últimas palabras como un eco en su cabeza, ese omega estaba... Casado!? No! No podía ser! Ese omega era el de su sueño, estaba seguro de que era el! No podía dejarlo ir ahora de que el había llegado a él! Bakugou solo se limito a fruncir un poco el ceño – Soy el príncipe menor, Bakugou Katsuki – Uraraka sonrió y después Izuku, esa sonrisa hiso que Bakugou se queda todo embobado hasta que el peliverde hablo –Bueno... Nos vemos después, mi esposa y yo tenemos que hospedarnos bien, y gracias por querer firmar este contrato – esto último lo dijo con una gran sonrisa, y para que no vieran el sonrojo que tenía Bakugou, solo asintió y se dio la vuelta, dios sí que amaba todo del pecoso, no podía creer que tan solo con verlo quedó embobado, lo odiaba, pero le gustaba como se sentía.