Sableye se encontró dentro de una moderna habitación con una gran cama y un armario con cientos de vestidos de la misma talla. Había algunos pares de zapatillas. Y además de los lujosos muebles hechos de madera dorada, en una esquina había cientos de pokéfonos último modelo casi sin usar apilados uno sobre otro en una montaña, casi como si fueran basura.
"Quien sea que viva aquí es tan adinerado que se puede limpiar el culo con billetes, y tan chiflado como para tener cientos de pokéfonos último modelo sin usar" pensó Sableye.
Entonces, la puerta empezó a abrirse y Sableye se escondió rápidamente debajo de uno de los muebles. Para su asombro, entró la bella princesa caprichosa. Se quedó babeando, prendado de ella mientras esta decidía algo sin sentido.
-Debería dormir con la pijama de rayas o la de puntos? -Decía Diancie mientras usaba sus poderes psíquicos para cambiarse las prendas con Teletransporte, ya que era muy cabezona y muy caderona como para cambiarse de forma tradicional. - Hmmm, qué decisión más difícil...
Sableye la contemplaba con gula. Tenía abundantes cristales que podrían alimentar a su clan por años! Pero recordó lo malos que habían sido con él y decidió que si lograba quedarse el botín, se lo quedaría para él solo.
-Eh, sabes qué? Para esa gracia mejor duermo sin pijama. De igual forma no tengo nada que ocultar y nadie me está viendo... Verdad? -Se dijo a sí misma, divertida. Luego quitó la pijama de rombos de su cuerpo y se metió a su enorme cama, así sin más.
Sableye observaba todo con mucho interés. Quizás podría probar uno de sus diamantes antes de ir al centro a acorralar a todos. Decidió que eso haría, y cual ninja, avanzó silenciosamente hacia debajo de la cama de Diancie.
Pero como por arte del destino, una de las tablas de madera crujió bajo sus pies, despertando a Diancie, quien miró alrededor en la penumbra, sin distinguir nada. Luego se encogió de hombros y se volvió a acostar.
Sableye tenía el pulso muy acelerado. Si lo descubrían husmeando en la habitación de Diancie, lo más posible era que acabase muy herido, si no es que muerto. Intentó no hacer ruido y se deslizó debajo de la cama de la dama.
Sin hacer ruido y cual monstruo que atormenta a los más pequeños, se alzó por el otro lado y escaló la gran cama. La princesa dormía en ella. Sableye se cercioró de no hacer ruido o mucha presión para no despertar a su víctima.
Una vez estuvo justo por encima de ella, retiró las sábanas para dejar sus cristales al descubierto. "Vaya bufé" pensó Sableye. Pero había un problema: ella empezó a temblar del frío. Cualquier cosa podría despertarla entonces.
Decidió entonces actuar rápido. Ubicó un cristal entre su cuello y su pecho, y lo probó con un par de lamidas. Ello hizo cosquillas a la princesa, quien empezó a reír. En cuanto oyó las carcajadas, Sableye se detuvo.
-Paaadre, cinco minutos más... -Dijo la bella pokémon, somnolienta.
Sableye no era bueno para imitar voces, por lo que se quedó callado.
-Padre? Estás ahí? -Dijo Diancie sin abrir los ojos
Sableye estaba sudando. Nunca había escuchado la voz del padre de Diancie, por lo que ni siquiera sabía por dónde empezar. Fingió una voz gruesa, grave e imponente.
-Sí, hija estoy aquí. -Dijo, imitando lo mejor que podía lo que pensaba que sería la voz del padre.
-Padre, estás bien? Tu voz siempre es chillona y de bebé. -Dijo Diancie, divertida.
-Primero, no me faltes al respeto. Segundo, estoy con alergia. Cof, cof. -Decía Sableye fingiendo tos.
-Jaja, diría que no eres él pero me convenciste con el "no me faltes al respeto". Podrías dejarme dormir un poco más? -Dijo Diancie, más relajada.
-Cof, está bien. - Dijo Sableye.
-Ah, y tengo mucho frío... Podrías pasarme otra cobija? -Preguntó Diancie, dulce.
-Sí, claro, cof, cof. - Sableye levantó las sábanas tiradas y tapó a la princesa de forma que aún quedara expuesto el cristal que quería devorar. - Buenas noches.Sableye usó psíquico para abrir y cerrar la puerta con algo de fuerza. Ahora sí estaba listo para realizar su maniobra. Abrió las fauces tanto como pudo, se acercó al cristal, lo metió entre sus colmillos e intentó arrancarlo. A diferencia de la superficie rugosa y áspera más abajo, su piel era lisa y suave, como la de la mayoría de pokémon, entre más arriba estuviese.
Siguió intentando, pero no hubo resultados. Diancie se despertó del jalonazo y contempló con miedo el engendro espectral que se cernía ante sí y mordisqueaba uno de sus cristales más sensibles. Ella guardó silencio, más que nada porque el aliento no le daba ni para gritar. Empezó a sacudirse para intentar zafarse de su depredador, sin mucho éxito.
Sableye notó esto, y al sentir el movimiento dejó de relamer el diamante y miró a la princesa a los ojos. Y fue entonces cuando gritó. Con un rápido movimiento encendió la luz y envió volando al monstruo nocturno, y contempló horrorizada sus ojos de joyas, y que todo el cristal estaba empapado de saliva.
-Q-quién eres? -Preguntó Diancie con un hilito de voz.
-Soy Sableye. -Dijo Sableye.
-Q-qué estabas haciendo en mi habitación y porqué estábas intentando comer mi cristal? -Preguntó cada vez más asustada.Sableye miró a la princesa unos momentos. Había engullido cristales sueltos o de ejemplares de Carbink fallecidos antes sin demasiado problema, pero desprender una joya de un ser vivo que sentía y sufría era otra cosa. Esa era una de las razones por las cuales era menospreciado por sus compañeros, y tras engullir el cristal del cuello de la princesa ganaría muchísimo estatus. Por lo que sin mediar palabra se volvió a abalanzar sobre ella y el diamante que intentaba devorar, lo que causó que Diancie gritara otra vez.
-E-escucha, n-no sé lo que quieras de mí pero te daré lo que sea, riqueza infinita, comida de lujo o la vida de tus sueños, haré que te construyan una estatua, pero por favor... T-te ruego que no me comas... Por f-favor... -Suplicó Diancie, horrorizada, casi llorando del miedo, mientras Sableye seguía lamiendo y mordisqueando el cristal entre su cuello y su pecho.
Por un momento, Sableye se detuvo. Por algún motivo, le habían enternecido aquellos ojos de la princesa y sus súplicas desesperadas. Se había dado cuenta de que no tenía la fuerza de voluntad suficiente para lastimar a un ser tan inocente y bello como ella.
Dejó de morder el diamante y lo sacó de sus fauces poco a poco. Cuando hubo finalizado, le dijo de forma veloz:
-Por ahora sólo cúbreme, luego hablaremos de negocios. -Dijo Sableye para meterse debajo de la cama como un relámpago.
-Eh? -Dudó Diancie.Justo entonces, un pelotón de Carbink armado hasta los dientes, seguido del padre de Diancie, tumbaron la puerta de madera dorada y vieron a la princesa, que aún no se secaba las lágrimas.
-Hijita mía, estás bien? Escuché que gritaste dos veces y creí que estabas en peligro... -Dijo su padre para darle un fuerte abrazo.
-Duy -Se quejó Diancie tras el potente apretón. Cuando este término, ella miró a su padre, fingiendo estar relajada mientras se sobaba la nuca. - Sí, pa, estoy bien. Sólo tuve una pesadilla, eso es todo. Gracias por preocuparte y venir a ver.
-No tienes que dar las gracias. Es mi responsabilidad como padre cuidar de tí lo mejor que pueda. -Dijo el padre, cariñoso. - Pero qué le pasó a tu vestido? Y a tus pijamas? Dónde metiste todo?
-En el armario, pa. -Señaló ella mientras se dejaba de sobar. Decidí dormir así porque, bueno, no me podía decidir.
-Jeje, esa es mi hija. -Dijo el padre.
-A propósito... No estabas enfermo? -Preguntó Diancie.
-... Enfermo? Porqué? Debió de ser parte de tu pesadilla. Estoy bien. -Dijo su padre, risueño.
-Bueno, jaja, buenas nooocheees!! -Dijo ella corriendo a su padre y a los Carbink de su cuarto.Diancie soltó un suspiro tras volver a encajar la puerta. Volvió a la cama y le dio un golpecito al colchón para indicarle a Sableye que podía salir.
-Ahora sí. Negociemos. -Dijo la princesa con una sonrisa falsa.
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Devoción Cristalina (Diancie x Sableye)
FanfictionSer una princesa es mucho más que una cara bonita, y Diancie lo sabe mejor que nadie. No necesita ningún príncipe que la rescate ni mucho menos, pero siendo las cosas tan tranquilas como son, su vida es tan aburrida y monótona que cada día que pasa...