Sableye miró a los ojos a Diancie, quien todavía le miraba con un poco de miedo. Luego miró el cristal que había intentado comer hacía unos segundos. Luego ella lo cubrió con sus brazos como si fuera instinto.
-Y bien? Qué estamos negociando exactamente? -Preguntó Diancie, dubitativa
-Te lo voy a poner simple. -Dijo Sableye. - Ves que en ese cuerpo rocoso tuyo hay varios cristales? Los de mi especie nos alimentamos de cosas así. Y realmente sabes mejor que un Carbink cualquiera.
-((Diablos, cómo salgo de esta?)) -Pensó Diancie - M-me aseguraré de que te alimenten. De acuerdo?
-Bien... También deseo poder asentarme aquí. -Dijo Sableye.
-Vale, te daré un cuarto... Si es que hay. -Dijo la princesa
-Y si no? -Preguntó el espectro
-P-pues te tocará dormir conmigo, supongo. -Dijo Diancie, dándose cuenta de que quizás dejarle quedarse no era una gran idea.
-Bien. También exijo saborear cristales como estos. -Dijo Sableye acariciando uno de los diamantes de Diancie con sus zarpas.
-((Oh. Miércoles. Será este el precio que pago por ser tan pedigüeña?)) -Pensó Diancie - Está bien. Puedes saborearlos y lamerlos todo lo que quieras, pero no puedes arrancarlos, romperlos, robarlos o morderlos, porque me duele ;-;
-Suficiente para mí. -Dijo Sableye.Diancie apagó la luz y se acostó, con Sableye frente a ella. Este último no dejaba ir el cristal que había intentado comer hacía rato, y ello le provocaba un poco de terror. Pero se alivió tras recordar que Sableye no tenía permiso para morderlo. Disfrutó el suave cosquilleo de su lengua por un tiempo, casi quedándose dormida, pero un sonido como el de una explosión y gritos incesantes la despertaron de su somnolencia.
-Y ahora qué? Es que una no puede dormir tranquila?! -Exclamó Diancie mientras salía del cuarto y miraba desde el balcón lo que ocurría.
Sableye se cayó del cuerpo de Diancie y pasó por entre los barrotes del balcón, aterrizando justo en el centro del poblado, y el panorama alrededor no era nada lindo. Los Sableye de su grupo habían hecho estallar cuatro edificios y el centro se incendiaba, y vio a sus compañeros persiguiendo a los pobres Carbink hasta hacerlos tropezar y reunirlos en el centro para rodearlos. Al tener a todos en el lugar deseado, hubo conmoción, pero las cosas se calmaron un poco. Y aquel hubiera sido el fin del juego para casi todo el poblado, de no ser porque un grito agudo distrajo a todos los presentes.
Resultó ser que el fuego de la explosión se había esparcido hasta el palacio de cristal de Diancie, y este se derritió justo donde estaba ella. El balcón se inclinó y la pobre princesa resbaló. Se golpeó y casi cayó al suelo, pero Sableye actuó rápido y la atrapó al vuelo.
Tomó unos segundos que ambos se calmaran, pero luego se dieron cuenta de que todas las miradas estaban fijas en ellos. Diancie miró a todos con vergüenza. No tenía nada que ocultar, porque biológicamente no tenía género, pero resultaba extraño que todos le vieran sin su habitual vestido.
Sableye, por otro lado, miró al líder de su pandilla, con una mezcla de vergüenza, orgullo y vanidad. Él por su parte le veía con algo de celos. Se acercó a su compañero y dijo, desafiante:
-Vaya, vaya, qué tenemos aquí? Parece que el pequeño debilucho amaneció con suerte, no? -Rió el líder. - Entrégamela. Ahora mismo. La devoraré esta noche.
-O-oye, no, claro que no! -Exclamó Diancie - No soy de tu propiedad! Carbinks, atáquenlo, tortúrenlo, ejecútenlo y asegúrense de que arda en el infierno!Diancie hacía otro de sus particulares berrinches mientras sacudía los brazos y pataleaba con su gran cuerpo rocoso, y eso puso incómodos a todos.
-Ejem, ya terminaste? -Dijo el Jefe Sableye, amargado.
-No, yo decidiré cuando termine. Y no me tocarás ni un pelo, gran imbécil! -Insultó Diancie. - O si no, ehhh... Emm...
-O si no, qué? Llamarás a tu principito rubio y de ojos azules para que te rescate? -Le ridiculizó el líder.
-Emmm... -Diancie se había quedado sin argumentos.
-No se metan con ella! -Dijo el pequeño Sableye, desafiante - O se las verán conmigo!
-Uyyy, mira cómo tieeeemblooo, uuuuy que miedo! -Se burló el líder - Estás loco si crees que durarás más de un segundo o dos contra mí.
-No te tengo miedo. Déjala en paz. -Dijo el pequeño sableye.
-Jeje, admiro tu valentía. Morirás con agallas. -Dijo el jefe, sonriente.Sableye tragó saliva mientras su líder se dirigía hacia él y lo agarraba del pescuezo. Se podría dar por muerto en ese preciso instante. El pequeño pataleaba por salir, sin éxito.
El líder acercó sus fauces hacia la cabeza de Sableye, quien sería decapitado por sus filosos dientes. Esperó lo peor mientras se sacudía intentando escapar, sin éxito. Pero entonces una lluvia de diamantes golpeó al gran Sableye y lo enterró, haciendo que soltase al otro.
-Querías diamantes? Pues toma todos los que quieras, jajaja! -Rió Diancie, un poco malévola.
El pequeño Sableye se sobó el cuello y miró hacia atrás, y Diancie le guiñó un ojo. Luego, con valentía, se lanzó al frente cuando su jefe asomaba la cabeza desde debajo de la pila y usando sus zarpas, le soltó el ojo en forma de joya que llevaba en el lado izquierdo.
De algún modo, eso intimidó a la banda de Sableye, quienes salieron huyendo, seguidos de su líder.
-Escucha bien, perdedor! -Gritó este último antes de marcharse - Me has vencido esta vez, pero volveré y más fuerte! Tu victoria no ha sido más que fuerte!
Dicho esto, salió de la cueva. Todos los ojos se centraron en el pequeño Sableye, quien tenía heridas en el cuello. Un grito de júbilo y euforia recorrió el centro.
-Viva!!! -Exclamaron todos con ahínco.
Le tomó un par de segundos a Sableye en darse cuenta de que ahora era un héroe y había salvado a todos allí. Luego dio un paso al frente y todos lo alzaron y felicitaron. Por primera vez en la vida, alguien pensaba que él era guay. Y se sintió muy feliz por ello.
Al terminar la celebración, nuestro héroe volvió con Diancie. Esta le miró no con horror, si no que con dulzura.
-Gracias. Por lo que has hecho por mí y mi pueblo. -Agradeció Diancie, y le plantó un besito en la mejilla a Sableye, quien quedó un poco sonrojado.
-Gracias, Milady. -Dijo Sableye.
-Te has ganado mi confianza. Puedes dormir conmigo. -Dijo ella con una sonrisa.Todos volvieron a sus respectivos hogares, y los que habían perdido los suyos pudieron dormir en el castillo. Diancie se volvió a acomodar en la cama y Sableye se puso al frente suyo. Y por una vez, disfrutó su compañía.
ESTÁS LEYENDO
Devoción Cristalina (Diancie x Sableye)
FanfictionSer una princesa es mucho más que una cara bonita, y Diancie lo sabe mejor que nadie. No necesita ningún príncipe que la rescate ni mucho menos, pero siendo las cosas tan tranquilas como son, su vida es tan aburrida y monótona que cada día que pasa...