Día 3: Celos

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Era un hermoso día, el cielo estaba bellamente despejado, las aves surcaban el cielo, soltando suaves melodías que se dejaban escuchar por los alrededores. Había personas que ocupaban la sombra de los árboles para ocultarse del sol, y a su vez, pasar un rato agradable en compañía de alguien más. Todos se notaban felices, a excepción de cierto cazador con aretes de hanafuda.

Tanjiro Kamado caminaba con furia mal contenida en la finca mariposa. Había vuelto de una misión, totalmente exhausto, y fue atendido junto a Zenitsu e Inosuke casi de inmediato. El pelirrojo se sentía bastante ansioso por llegar, quería ver al Pilar de la Llama  luego de un tiempo. Le había extrañado con demasía, se acostumbró en cuestión de tiempo a verlo todos los días y compartir la mayoría de su tiempo con él desde que se volvió su tsuguko. Aprendió a amar cada segundo en el que era entrenado por Kyojuro, trataba de demostrar su pasión por medio de las técnicas que este le enseñaba. Tanjiro siempre ponía de su parte y se esforzaba al máximo, generando una mirada orgullosa en el mayor.

Fue solo cuestión de tiempo para que el pelirrojo se diera cuenta por fin de que se había enamorado perdidamente de Rengoku Kyojuro. Aprovechaba los entrenamientos para observarlo detalladamente, incluso para sentir su tacto cuando este se acercaba  a enseñarle las diferentes posturas y como debía sostener su katana. Le llevaba un gran esfuerzo concentrarse en lo que el mayor le decía cuando sentía sus manos alrededor de sus brazos y cintura. Su instinto le gritaba que se diera la vuelta y le plantara un beso en los labios, pero supo contenerse por muy poco, no quería asustar u ofender a su maestro.

Atesoraba los descansos tras la práctica porque así podía hablar libremente con el rubio y escuchar su risa, que a sus oídos era la más hermosa que había escuchado; comían juntos, y solían dormirse en el suelo tras el entrenamiento, lado a lado. Agradecía que Kyojuro no tuviera el oído súper desarrollado como Zenitsu porque ya habría descubierto lo que generaba en su corazón.

Su más profundo deseo era que el Pilar correspondiera sus sentimientos y se volvieran pareja, pero desconocia si sentiría lo mismo por él, o tal vez le viese sólo como su discípulo. Le aterraba si quiera considerar confesarse ante el rubio, no quería que las cosas se volvieran incómodas, o peor, que Kyojuro ya no lo quisiera como su tsuguko. Eso rompería el corazón de Tanjiro. No soportaría ver el asco y rechazo plasmado en los ojos dorados que tanto le encantaban.

Esa mañana, luego de que fuera revisado y curado por los kakushi en la finca, salió para buscar a su maestro, quien también se encontraba en la finca según los mismos kakushi. El mayor había vuelto luego de completar exitosamente otra misión, ya habían pasado semanas desde la última vez que lo había visto, así que avanzó a paso rápido, siguiendo el aroma del rubio. Mientras más se acercaba, más latía su corazón. No podía evitar que un tierno sonrojo se posara en sus delicadas mejillas al imaginarse el hermoso rostro de su maestro.

Cuando el olor se intensificó, supo que había encontrado por fin al rubio. Y en efecto, lo vio en el patio, estaba entrenando sin la parte superior de su uniforme, mostrando orgullosamente sus bien formados músculos. Tanjiro no pudo evitar sonrojarse al verle, sus ojos de manera inmediata detallaron cada parte de piel expuesta, vio con claridad las cicatrices que se mostraban en su bien formado torso. Su rubia cabellera estaba sujeta en una coleta alta, dándole una apariencia mucho más seria. Tanjiro no pudo evitar babear un poco ante la vista, en especial porque el sudor estaba plasmado en la piel descubierta y en su frente, con unos mechones pegados.

Era tan atractivo.

Salió de su ensoñación cuando escuchó gritos femeninos no muy lejos de ahí. Dejó de observar al Rengoku y se dio cuenta por fin de que él no era el único que lo estaba observando; había un grupo de kakushis femeninas no muy lejos de él. Todas suspiraban y lanzaban grititos ante la visión que representaba el Pilar de la Llama con el torso descubierto. Para Tanjiro, él era el ser más atractivo que había visto, se enamoró de su manera de ser, por cómo sonreía todo el tiempo, por como le observaba cada vez que se mostraba feliz y orgulloso. El pelirrojo jamás se había sentido así por alguien más.

KyoTan Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora