Día 7: Preparatoria

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Era 14 de febrero.

Las calles de la ciudad estaban repletas de parejas que se demostraban su amor de manera pública, las tiendas aprovechaban esa festividad para decorar el exterior de los establecimientos con publicidad de la festividad, con la intención de llamar la atención de los transeúntes.

El amor se olía en el aire, o al menos Kamado Tanjiro podía olerlo.

Se encontraba de camino a casa en compañía de su mejor amigo Rengoku Kyojuro, ambos asistían a la Academia Kimetsu, se convirtieron en amigos desde el primer año. Sus personalidades eran similares, por lo que no les tomó trabajo formar lazos. Desde entonces, pasaban mucho tiempo juntos, ya fuera en la Academia o en sus casas, se reunían entre semana para acabar las tareas con mayor rapidez —o para ayudarse en caso de que no entendieran algo—y en el caso de los fines de semana, solían jugar videojuegos juntos o salían al parque.

Desde que lo conoció, Tanjiro había admirado a Kyojuro porque era su propio ejemplo de fortaleza; su madre había fallecido hace algunos años, por lo que su padre Shinjuro se encargó de él y de su hermano menor Senjuro, no fue nada sencillo para los Rengoku, todos sufrieron de diferentes maneras, pero Kyojuro siempre sonreía, ocultando así su tristeza para no preocupar a su familia. Se había inscrito en clases de kendo, y era maravillosos en ese arte, como si hubiese nacido para empuñar una espada. Consiguió méritos en ese arte, siendo reconocido como uno de los mejores.

Tanjiro no pudo evitar enamorarse de su rubio amigo desde que lo vio por primera vez. Sus escritorios estaban uno al lado del otro, por lo que era imposible no notarse entre ellos. Recuerda claramente que fue Kyojuro quien inició la conversación, le tendió la mano amistosamente y le sonrió de una manera tan hermosa que a Tanjiro aún se le forman mariposas en el estómago cuando la recuerda, no pudo resistirse ante los hermosos ojos del rubio.

Deseaba saber si Kyojuro lo consideraba sólo su amigo, o si resguardaría sentimientos por Tanjiro, pero no sabía cómo abordar ese tema, por lo que recibió ayuda de Nezuko, su hermana menor. Ella le dio diversos consejos, y uno de ellos incluía coquetear sutilmente. Aunque el rubio parecía no darse cuenta de ello, Tanjiro vio una reacción por fin cuando mencionó, a modo de broma, con quién haría buena pareja.

—Entonces, ¿crees que Zenitsu y yo haríamos una buena pareja? ¿O qué me dices de Genya?

—Tanjiro, ¿pero qué cosas dices?—preguntó el rubio con el ceño fruncido.

—¿No te da curiosidad? porque a mí sí, no sabría a quién escoger.

—¿Por qué habrías de escogerlos a ellos?

—No lo sé. Es simple curiosidad, Kyojuro. Aunque, hablando de eso, ¿qué hay de ti?—le preguntó el pelirrojo con los nervios de punta.

—¿Qué hay sobre mí?

—Dime, si tuviera que escoger, ¿haríamos buena pareja?

—¿P-por qué me preguntas eso?

—Sólo dime.—insistía el pelirrojo.

—N-no lo sé, Tanjiro. Tal vez.—respondió el rubio con evidente nerviosismo, no pudo ocultar su violento sonrojo, que a ojos de Tanjiro era hermoso.

Luego de ese día, el coqueteo sutil de Tanjiro continuó, el haber visto la reacción nerviosa le dio esperanza, no iba a rendirse tan fácil.

Dado que los Kamado eran dueños de una panadería, el pelirrojo aprovechó para prepararle al rubio sus postres favoritos de vez en cuando, inició con llevárselos a la academia y comían juntos durante el receso, pero luego llegaba siempre con postres en la casa Rengoku los fines de semana. Sabía de sobra que Kyojuro adoraba comer, por lo que quiso mantenerlo feliz llevándole deliciosos postres, y esperaba también, enamorarlo con ese acto.

KyoTan Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora