【Segundo acto】

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Nuevos personajes.

El rumor de un golpe, que se repitió un segundo después, dejó un susurro en la consciencia de Bonnie. La luz de la mañana cayó sobre su rostro cuando la joven giró el cuello en busca de ahuyentar aquel lejano golpeteo. Un rayo de sol acariciaba su muslo desnudo, cuya pierna se aferraba a la mullida y confortable almohada. 

Un tercer golpe contra la puerta de su dormitorio la hizo hundir el rostro en el enorme cojín negro que usaba de almohada, ya que a esta le había asignado la importante tarea de servirle como víctima de sus abrazos nocturnos. Soltó un quejido mientras se removía entre la sábana que aprisionaba sus piernas, pateó otro cojín y se enderezó con el pelo revuelto y los ojos cerrados. 

No sabía que hora era, se movió a tientas una vez que salió de la cama, y se tropezó con un zapato justo cuando llegó a la puerta. Murmuró algo al escuchar como volvían a llamar, algo como «Ya voy». Se quitó el pelo de la cara de un manotazo y, aún con los ojos cerrados, abrió la puerta. 

—Ey, buenos día-... ¿Tienes el pelo rojo?

Efectivamente, el cabello de Bonnie Beckett era de un rojo pasión, que caía en suaves ondas por debajo de su pecho, cortado a capas y con un ligero flequillo de dispares mechones, el cual se encontraba, al igual que todo su pelo, despeinado.

Bonnie estaba aún lo suficientemente dormida como para comprender la situación. Asintió lentamente incluso antes de abrir uno de sus ojos para encontrarse a Jeon Jungkook, su nuevo compañero de piso, frente a su puerta. No se detuvo mucho en mirarle, pues el cansancio que tenía era tal que le obligó a cerrar los párpados y dejarse caer sobre el marco de la puerta, cruzada de brazos.

Si bien Jungkook sí que le prestó la máxima atención. No le había visto el cabello hasta ahora, pero por algún motivo la había imaginado castaña, y al ver ese rojo chillón se había sentido ciertamente abofeteado. Y no solo fue eso lo que le impactó, sino que al llamar a su puerta lo que menos se imaginaba era que lo recibiría así; con la ancha camiseta que llevaba anoche, sin sujetador debajo y sin pantalón. 

La miró de arriba abajo con más interés del que creía que tendría y se sorprendió a sí mismo al pensar que por las mañanas, su compañera de piso, era jodidamente sexy. Inclusive con el pelo revuelto y la cara de sueño (¿o es que se había vuelto a dormir?).
Carraspeó para llamar su atención y Bonnie sufrió un pequeño sobresalto, por lo que el soporte que ejercía su hombro contra el marco se rompió y casi a nada estuvo de caerse dentro del dormitorio.

Patosamente se serenó y frotó los ojos, bajo la atenta y divertida mirada de Jungkook. Ahora sí, separó los párpados y se encontró directamente el semblante expectante de aquel hombre alto que le alzaba una ceja. Ladeó el cuello y cerró un ojo de nuevo, debido a la molestia de la claridad matutina que brillaba en el pasillo, y se obligó a recordar lo que le había dicho.

—Espera. ¿Has dicho que tengo el pelo rojo? —murmuró somnolienta, alzando el brazo para echarse el cabello hacia atrás y juguetear con él. Aquel movimiento provocó que la camiseta se hiciera un poco hacia un lado, dejando a la vista la curvatura de uno de sus pechos desnudos, y Jungkook entrecerró los ojos antes de morderse el interior del carillo y desviar la mirada—. Vaya.., debe de ser algún tipo de reacción alérgica. ¿Qué cené ayer?

Decidido a mantener los ojos lejos de ella, él respondió rápido y cortante: —Nada.

No volvió a mirarla hasta que escuchó su risita, dirigió los ojos hacia ella con una involuntaria arrogancia y la vio ahí apoyada, mirándolo divertida, como si fuera una especie desconocida que le parecía de lo más entretenida. En esta ocasión, Jungkook reprimió las ganas de escupirle un «qué» brusco e imperativo.

Por amor al arte ✮ jjk, kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora