【Tercer acto】

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Nuevos escenarios.

En aquel ascensor no sonaba la típica cancioncilla molesta de ambiente, o al menos Jungkook no parecía oírla en aquel instante en el que su mejor amigo no cesaba sus para nada disimuladas burlas. Los dos amigos habían coincidido en recepción, y naturalmente subieron hasta casa en compañía.

-¿De verdad le hiciste el desayuno?

-Sí.

Mirándolo de reojo, Jimin sonrió burlón ante su inexpresividad y falta de interés por devolverle la mirada. En cambio parecía muy interesado en los números que se iban iluminando conforme llegaban a una planta.

-Cuando me lo dijiste pensé que estabas bromeando.

-¿Cómo tú con lo de que era monja?

Aquel reducido espacio se llenó de hostilidad, debido a la mirada que Jungkook le lanzó a Jimin. Su resentimiento era más que evidente. El bailarín, lejos de sentirse amenazado, dejó salir una risita risueña.

-¡Lo siento! Tómatelo como una broma de bienvenida.

-Tenéis unas bienvenidas muy originales -gruñó por lo bajo, irónicamente.

-¿Lo dices por lo de Bonnie? -Antes de que pudiera afirmarlo, Jimin ya se estaba riendo-. ¿Te gustó?

-Cállate.

El mal humor de Jungkook alcanzó tal nivel, que a pesar de seguir riéndose, Jimin prefirió no insistir, ni continuar por aquel camino poco aconsejable.

-Bueno, cuéntame que tal el desayuno. ¿Hablasteis mucho? ¿Os estáis llevando mejor?

Despreocupadamente, Jungkook miró la hora en su móvil, que anunciaba las seis y cuarto. Si Bonnie hablaba en serio con lo de su encuentro de por la tarde, eso significaba que llegaba tarde. No le había avisado, ni siquiera había agendado su número de teléfono.

-¿No me vas a responder?

-¿Qué quieres que te diga? -bufó guardando el móvil en el bolsillo del pantalón vaquero-. Hablamos un poco. Mejor dicho: ella habló casi todo el tiempo. Tomamos café, algunas tostadas... Yo que sé.

-Espera, ¿le hiciste café?

Jungkook dejó de mirar los números de las plantas para mirarle de soslayo.

-Sí, ¿por?

-¿Y se lo bebió?

-Supongo. ¿Acaso importa?

Los ojos de Jimin se abrieron muchísimo, y justo cuando iba a preguntar qué ocurría, volvió a reírse muy alto. Le dio una palmada en la espalda y Jungkook lo miró fatal, aunque él no le prestó atención.

-Debes de gustarle mucho.

-¿Qué? ¿De qué hablas?

-Bonnie odia el café, Kook.

Y como si aquella revelación hubiera sido un cubo de agua helada, se congeló. Lo miró y esperó ver una sonrisa o algo que le indicara que solo estaba bromeando (a estas alturas era consciente de que sus compañeros de piso eran todo unos bromistas), pero en cambio recibió un asentimiento lento que confirmaba lo que estaba pensando: que la había cagado y Bonnie había sido lo suficientemente considerada como para no rechazar su gesto.

«Incluso me agradeció. Le brillaban los ojos, estaba emocionada. ¡Y voy y le hago un desayuno de mierda!».

-Joder.

Por amor al arte ✮ jjk, kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora