Capítulo 1: Sí Ama, Gracias Ama

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Capítulo 1: Sí Ama, Gracias Ama

Llegué del instituto a la misma hora de siempre.

Mi madre me estaba esperando en la cocina con la comida puesta sobre la mesa. Mi padre y ella solían almorzar más pronto ya que, por la tarde, tenían que volver de nuevo a la pastelería a trabajar.

Desde hacía veinte años mis padres tenían un pequeño obrador, en el cual, también servían café y todo tipo de tés.

Con la nueva moda, además mi madre había puesto en la carta cachimbas de sabores exóticos.

Me senté en la mesa sin prestar mucha atención a mi madre.

-Carlos ¡Cuántas veces te he dicho que no dejes la mochila tirada por el suelo!

-Lo siento mamá- contesté como un autómata mientras apartaba la mochila de una patada, dejándola debajo de la mesa.

-Me parece que eso sigue siendo parte del suelo...

-Luego la llevo a mi cuarto.

-¿Cómo están las lentejas?

-Buenísimas- contesté con sarcasmo.

-Hay que comer de todo hijo- dijo mientras se acercaba a la lavadora que había comenzado a pitar indicando que había terminado- ¿Qué tal el examen?

-Bien.

-¿Bien o regular?

-Muy bien- contesté arrastrando cada palabra.

-Las matemáticas no son tu asignatura favorita.

-Eso ya lo sé mamá, pero me ha salido bien, joder.

-No digas palabrotas.

-Este niño cada vez está peor hablado- añadió mi padre que acababa de entrar a la cocina con un cigarro en los labios y el pelo revuelto de la siesta que acababa de echarse en el sofá.

Sin prestar atención a sus comentarios, me metí dos cucharadas más de puchero en la boca y me las tragué sin paladear.

-Ya ésta- dije apartando el plato.

-¿Ya? ¿Eso es todo lo que vas a comer?

-Sí, no tengo mucha hambre... Oye mami- dije cariñosamente mientras cogía mi mochila del suelo y me acercaba a ella, abrazándola y dándole besos en la mejilla.

-¿Qué quieres ahora zalamero?- preguntó mientras me revolvía el pelo cobrizo.

-¿Me das dinero para comprar unos materiales para el insti?

-¿Otra vez? A los de ese instituto les ha hecho la boca un fraile.

-A tu hijo le ha hecho la boca un fraile- matizó mi padre mientras echaba la ceniza del cigarro en mi plato medio vacío- ¿Es qué tienes novia o algo?

-¿Qué? No, no tengo novia y ¿qué tiene que ver eso con lo del dinero?

-Que qué tiene que ver dice. Se nota que es verdad que no tienes novia...- respondió mi padre entre risas.

-Bueno me daréis algo ¿o no?

-Vale te daré veinte euros pero tienes que ayudarnos el sábado en la pastelería.

-Cuarenta- mi padre y mi madre me miraron los dos con asombro y yo me dispuse a añadir rápidamente- y os ayudo también el domingo...

-Bueno... está bien- contestó mi padre mientras sacaba el dinero de su cartera y me lo daba.

-Muchas gracias... Os quiero, os quiero- dije mientras corría a mi cuarto.

Entré en mi dormitorio y cerré la puerta echando el pestillo que había instalado hace poco.

Amor de Látex, Caucho y GomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora