Capítulo 9: Esté con quién esté, quiero ser su sumiso.

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Capítulo 9: Esté con quién esté, quiero ser su sumiso

Cuando salimos del gimnasio Fran me llevó a mi casa.

Quedamos en que volvería en una hora con mis cosas, por si se solucionaba todo (cosa que dudaba).

Estaba parado frente a la puerta con las llaves tintineando en mis manos. Las palmas me sudaban y mi respiración estaba agitada. En conclusión, los nervios me estaban matando.

Me armé de valor, abrí la puerta y caminé por el pasillo hasta llegar a la cocina donde mi padre y mi madre se encontraban sentados a la mesa, paralizados, mirándome con cara de sorpresa.

Mi madre se levantó acercándose hasta mi posición y dándome un fuerte bofetón que me cruzó la cara.

Unas cuantas lágrimas se escaparon de mis ojos sin poder evitarlo. Ella jamás me había puesto la mano encima, nunca.

-¿Sabes lo preocupada que estaba por ti?- gritó.

Levanté la cara con asombro, eso sí que no me lo esperaba.

-¿Has estado bien? ¿Te ha tratado bien?

-Sí mamá. Estoy bien, he dormido y he desayunado. Bien.

Sus manos comenzaron a temblar mientras cogía la punta de su delantal para limpiarse unas cuantas lágrimas que habían empezado a escaparse de sus ojillos marrones.

Me acerqué a ella y, con algo de miedo, la abracé.

-Lo siento, lo siento mucho mamá. Yo te quiero mucho, no debí haberte hablado así... Es solo que... estaba asustado. Incluso ahora, estoy muerto de miedo. No podría superar que vosotros me rechazarais. No podría.

Mi madre se separó de mi abrazo y se dejó caer en la silla más cercana.

-Pero Carlos yo...- empezó ella pero se le quebró la voz.

-No lo entendemos, hijo. Nosotros jamás te hemos hecho daño, nunca te hemos pegado o tratado mal. ¿Por qué te gustan esas cosas?- siguió mi padre.

-No lo sé.

-Hemos estado mirando una de esas revistas- dijo mi madre con pánico en la voz- Cuelgan a la gente de la pared... ¡con ganchos atravesándoles la piel! Dime que tú no haces eso.

-Mamá- dije sentándome en mi sitio de siempre- esas son cosas extremas. Normalmente, no se suelen hacer.

-¡Oh Dios mío!- respiró hondo- Entonces tú... ¿le pegabas a Susana? No lo entiendo hijo.

-No, mamá yo no le pego a nadie- contesté sin pensar.

Ambos levantaron la cabeza rápidamente.

-Entonces...- dijo mi madre en un susurro.

-Soy lo que, en jerga BDSM, se denomina Sumiso.

Mi padre se quedó con la boca abierta mientras mi madre apoyaba sus codos sobre la mesa, enterrando la cara entre sus manos.

-Ósea que te gusta que te peguen- se atrevió a decir mi padre.

-Es más que todo eso papá. Es una forma de vivir la vida. Es una forma de relacionarte con los demás. No quiero llevar la iniciativa prefiero que sea otra persona la que mande o la que lleve los cauces en una relación. Me gusta servir. Eso es todo. Lo de pegar es secundario.

-¿Secundario? Entonces ¿por qué tenías todo eso en tu cuarto? ¿Nunca lo has usado?- preguntó mi madre.

-Joder, no entendéis que lo que para vosotros es pegar, para mí es una práctica sexual. Que me preguntes si he usado eso es lo mismo que me preguntes si me han hecho una felación alguna vez.

Amor de Látex, Caucho y GomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora