Capítulo 2:

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Como toda mañana, en su muy aburrida y cotidiana vida, el despertador que estaba en su mueble al lado de la cama empezó a sonar justo a las 6:00 am, resonando en toda la habitación e irritando al muchacho por esto

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Como toda mañana, en su muy aburrida y cotidiana vida, el despertador que estaba en su mueble al lado de la cama empezó a sonar justo a las 6:00 am, resonando en toda la habitación e irritando al muchacho por esto.

Su cara se encontraba pegada a su almohada todavía, cuando su mano salió de entre las cálidas cobijas, y tanteando el mueble, encontró el botón del despertador para posponerla; cinco minutos después volvió a sonar, ésta vez el chico se levantó bostezando para apagar su despertador. De reojo vio algunos de sus despeinados cabellos pegado a su cara. Caminó hasta el baño y diez minutos después estaba saliendo envuelto en una toalla, frotándose el mojado cabello con una toalla. Tardó más o menos diez minutos en vestirse, y otros siete en cepillar y secar su cabello; se puso sombras en color dorado y un delineado oscuro y difuminado, haciendo muy llamativos sus ojos hazel.

Desayunó en menos de cinco minutos, y en otros diez estaba llegando a la escuela, con su usual mochila negra colgando de un hombro. Y como siempre, captando la atención de personas en la calle por su apariencia.

Quizá no lo habría admitido en voz alta, pero desde aquella noche mientras veía la luna desde su ventana, y esa mañana cuando ni siquiera había abierto los ojos al despertar, la imagen de ese pelinaranja estaba aún en su cabeza. No es que pensara mucho en él, pero hacía nueve días que no lo había vuelto a ver desde esa vez.

Y mientras sonaba Float de The Neighbourhood por sus audífonos, se preguntaba una y otra vez ¿qué tenía ese chico de especial que se había robado su atención cuando nunca nadie se la había ganado en toda su vida? Hablando románticamente, por supuesto.

Pensando en un sinfín de cosas, o tal vez en el curioso chico, entró al aula que le correspondía, y por si fuera poco, no prestó atención a la clase. Aunque quería dejar de pensar en el chico, éste se negaba a salir de su cabeza.

Cuando la clase acabó, se volvió a colocar sus audífonos y caminó a la cafetería. A mitad de camino sintió a alguien tocarlo suavemente del hombro, y cuando volteó se encontró con su recién platinado amigo, sonriéndole. Se quitó sus audífonos sin apagar la música, y dejó que colgaran de su cuello.

—Changbin —murmuró en un tono suave.

—¡Hey! ¿Está todo bien? —preguntó—. Parece que hoy estás más sumido en tus pensamientos que cualquier otro día.

Hyunjin sonrió suavemente mientras levantaba los hombros.

—Pasaste justo frente a mí sin siquiera mirarme.

—¿Lo hice?

—Hombre, yo sé que nadie te importa pero estás exagerando hoy, ¿no te parece? —comentó divertido.

Ambos soltaron una suave risa, y Changbin golpeó con suavidad el hombro del pelinegro, mientras se dirigían a cafetería.

—Es solo… umm, no sé, mamá y sus cosas —se excusó Hyunjin—, ya sabes.

Ojos color tinta |Hyunlix| (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora