orugas

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El pequeño niño de cabellos castaños se preparaba para entrar a primaria, y estaba ansioso, su madre le dijo que iba a aprender muchas cosas y iba a tener que hablar con niños de su edad.

Toda una aventura para el pequeñín.

Con sus pequeñas manitos acomodaba su mochila en la puerta de entrada, dio una mirada completa al sitio, las flores hacían que todo se vea ridículamente brillante y alegre, suspiro e info sus mejillas preparándose para su aventura.

Los pasillos eran adornados con animales de papel y las puertas tenían colores, camino con la cabeza agachada y con timidez, una maestra vio su nerviosismo y fue a acudirlo como el manual decía, si es que existen manuales para maestras claro.

─ Hola pequeño, cual es tu nombre? ─la amable mujer se puso de cunclillas para alcanzarlo, y le pregunto con una sonrisa.

El pequeño sombrerito amarillo se levantó a mirarla. ─ Me llamo D-dazai Osamu y-y ten-tengo...

Al no saber los números el infante repentinamente levanto seis dedos de su mano y se los mostró a la joven, está al entender el mensaje le sonrió. ─ Bien Dazai te voy a acompañar a tu clase con tus otros compañeros si?

El niño asintió freticamente y le sonrió hinchando sus mejillas, la maestra casi se derrite de ternura y le toma su manito para acompañarlo a la dichosa clase.

Tocaron la puerta de color verde y otra mujer acudió al llamado. ─ Hola pequeño, tu te llamas Dazai? ─aquel asintió con sus mejillas sonrosadas mientras arrugada sus ropas.

Se le abrió paso al salón y la maestra le pidió que se sentará en cualquier sitio.

Dazai alzó la mirada para ver a sus compañeros ilusionado y contento, no solía hablar con niños de su edad.

Como autora me permito comentar que fue su primer y más gran error.

Los niños de atrás se reían mientras inflaban sus cachetes de forma burlona, las niñas de al frente lo miraban con asco mientras se susurraban cosas, los de la izquierda lo miraban con asco y los de la derecha se reían hasta que al fin un comentario se escucho tan claro como el cielo de aquel día.

"Un niño como nosotros puede tener esa cara tan gorda?"

Ese fue el primero.

"Me da penita"

"Sus dedos no son muy gordos?"

A ese momento Dazai dejo de escuchar y con sus manitas se tapó los oídos y fue a pasos rápidos ─corriendo diría yo─ a su mesa, se sentó lo más rápido que pudo y se envolvió la cara con sus brazos en la mesa, con su cabeza apoyada en la mesa cerraba fuerte sus ojos y sus labios apretaban.

Tal ves la profesora les dijo que estaba mal lo que le dijeron pero el estaba negado a escuchar otra palabra más.

Aún estaba consumiendo aquellas palabras dichas por sus compañeros de clase, ¿gordo? su mamá le había dicho que se veía sano ¿no es bueno?

No lo entendió en ese entonces, ni a la semana ni al mes, pero el resto si sabía lo que hacía, un día nuestro castaño estaba sentado sólo en el recreo, en una pinta del patio.

Nadie se le acercaba o los podía "contagiar con grasa" exceptuando ese momento, dos niñas se le acercaron mientras el almorzaba.

─ No es mucho para alguien como tú?

─ Creo que deberías dejar de comer...

Dazai las miro con miedo, no sabía con que intenciones estaban, sólo sabía que tenía miedo y quería huir de esa situación pero el era valiente.

─ M-mi mamá dice que está b-bien...─ apenado agacha la mirada.

Ambas se miraron mutuamente y se dijeron palabras mudas.

─ Sabes? nos caes bien...─ una luz se encendió en Dazai, no todo estaba perdido, tal vez podría tener amigos, tal vez sólo entendió mal, tal vez─  Y por eso te haremos un favor.

Su comida terminó en el suelo, ese día no iba a almorzar, sus manos aún estaban en el aire teniendo su valija de comida invisible, miraba su valija en el suelo, se había llenado de tierra y el piso ahora tenia arroz por doquier. ─ Si eres tan gordo deberías dejar de comer.

Dazai juro sentir algo en el estómago, quiza era algo que comió, pero ese algo se movia hasta llegar a lo alto.

Pequeñas orugas estaban creciendo en su interior, se removian ansiosas esperando convertirse en mariposas, pronto, muy pronto...

Un pequeño pelirrojo miraba toda la situación desde la otra punta del patio.

─ Deja de mirarlo Chuuya o te va a contagiar de grasa.─ le dijo su amigo.

─ Grasa? ─ el pelirrojo tan inocente no entendía lo que le sucedía a que niño ni porque el trato de los otros hacía el asi, pero estaba seguro que no era algo que el quisiera experimentar así que para evitar eso prefirió hacer la vista gorda y no meterse.


























creo que esto va a tener cinco capítulos o menos u.u
me duele escribir esto bro se siente como un diario íntimo D:

mariposas  [soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora