capullos

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Ahí estaba el, enfrente de un inmenso pastel con bizcocho de chocolate, glaseado rosado, gomitas arriba decorando, por dentro más crema y chocolate, una gran montaña de calorías, era absurdamente calórico y el lo sabía, su madre cortó un pedazo y lo puso frente a el.

Más ojos de los que podrían contar, era un océano negro con miradas flotando a la superficie, todos lo miraban, más temblando que cuerdo tomo el tenedor y se llevó un trozo a su boca.

Quiza haya sido el pastel, quiza sea obra de la tia gruñona que estaba cocinando cupcakes pero alguien derramó una lágrima con sabor a chocolate, se resbalaba hasta llegar al final del postre.

¿Cuantas calorías eran Dazai?

¿Las crees poder contar?

¿Cuéntanos Dazai, estaba delicioso?

El castaño soltó el tenedor al suelo y huyó como náufrago en una tormenta, tratando de luchar contra ese océano oscuro, donde lo inundaban las miradas, las calorías, todo lo estaba ahogando, está saliendo a la superficie, es demasiado para alguien tan pequeño.

¿Cómo llegamos a esto?

Antes de su cumpleaños, una semana antes, todo comenzó con una charla no tan amena entre el y su madre.

─ Mamá nadie quiere ir a mi estúpido cumpleaños.─ refutó un castaño de 14.

─ Claro que si, toma y por una vez en tu vida deja de quejarte, una sola cosa bien te pido que hagas.

La mujer le tendió una bolsa de papel que contenía sobres de cumpleaños.

Ciertamente la madre de Dazai era alguien a quien le gustaba las fiestas y creia que toda celebración debía ser a lo grande, perfeccionista y muy irritable así se podría describir.

Quería que el cumpleaños numero quince de su hijo sea cliche, pese a que sólo se le festejaban los quince a las niñas la madre creía que a los niños también deberían de hacerles esa fiesta, a su modo, claro.

Y quería que Dazai invitará a amigos a montón, cosa que el no tenía por el momento, entonces el segundo plan sería invitar a su salón entero, eso a Dazai no le hacía pizca de gracia.

Pese a eso no iba a decepcionar a su madre, todo debía ser de acuerdo al plan aunque, sin que la mujer lo sepa, nada estaba siendo llevado de acuerdo a su plan.

Dazai entró a la secundaria recibiendo las típicas miradas de asco, a decir verdad el estaba en su peso normal, al crecer su peso se disperso pero ante la vista de sus compañeros es más gracioso si todos se burlan de el por algo que no es.

Y si lo fuera tampoco deberían hacerlo, pero hey, quien soy yo para cuestionar lo que a alguien le hace gracia o no?

A pasos rápidos se sentó en su banco a escuchar la clase del día, se sentó en el fondo y pese a que el profesor estaba muy entusiasmado relatando sus amoríos pasados Dazai estaba más ocupado pensando como daría las invitaciones para su cumpleaños.

Aprendió a vivir así, si, pero aún en el fondo tenía esa esperanza de ser aceptado, ahora que creció podía entender que cosas eran aceptadas y que cosas no, ¿y el? no clasificaba pero intentaba hacerlo.

Sabía que las burlas no faltarían, ¿invitación a un cumpleaños de quince? le dirían que eso es de mujeres y lo llamarían marica como de costumbre, el ya se imaginaba la escena de su madre trayendole comida, escenas caóticas se reproducían sin descanso.

El receso llegó y su calvario empezó, ya está, no podía perder nada más así que se lleno de valor.

Primero decidió ir hacia un grupo de chicas, quizás ellas serían más comprensiva y no lo insultasen o lo tratarian bien, uno nunca sabe.

mariposas  [soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora