mariposas

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Lamentablemente los capullos están destinados a abrirse, no importa cuanto los retengas, las mariposas no pueden quedarse encerradas por siempre, retenidas en un saco de seda.

Al contrario de lo anterior, todo comienza con mariposas, ya no hay orugas que aparecen tardío ni capullos que tardan en abrirse, ya es muy tarde, todo el daño que de pudo haber echo ya estaba echo en Dazai.

Las mariposas estaban revoloteando en su estómago y más en momentos como estos donde sentía a sus mariposas volar por su garganta queriendo huir, otras empujando sus carnes tratando de abrirlo y salir de allí.

─ Treinta y ocho kilos, un metro setenta con dieciséis años...─ el señor con bata frente a el estaba anotando. ─ Un kilo menos que la semana pasada, si sabes que estas en línea roja? esto es desnutrición.

Dazai chasqueo la lengua y miro a otro sitio. ─ Ni que fuera muy poco... ─se atrevió a decir en murmuros que se escucharon.

─ Lamento informarte que por como van las cosas vas a necesitar ayuda profesional, me refiero a ayuda mental Osamu. ─trato de poner un temple serio para que entienda la seriedad de la situación. ─ Tus padres te visitan?

─ Ya lo sabe doctor, vivo sólo y sólo me mandan dinero por correo, no les interesa y mejor que no les interese mi vida. ─atinó a decir retando al profesional.

─ Nos vemos la semana que viene Osamu.

Así dio por finalizada la charla, el castaño se colgó la mochila en un hombro para retirarse, cerró la puerta y aún con la mano en el picaporte comenzó a torturarse. ¿Un kilo? ¿Tan poco?

¿Y las ayunas?

¿Y todo ese calvario?

Tenía hambre, pero no se merecía comer según el, no se podía permitir el lujo de seguir comiendo como cerdo.

Y ahí va de nuevo...

Algo quería salir de su interior, no le importó el lugar ni las personas de alrededor el iba a ser lo que creía necesario.

A pasos exasperados llegó al baño del hospital, las paredes se le hacían conocidas, cada azulejo sabía su nombre, y ni hablar del inodoro ya que este probablemente lo conociese mejor que nadie.

Nuevamente aquel objeto de cerámica sirviocomo cementerio, sepultó aquellas flores que tanto querían salir de castaño a toda costa, ni siquiera había comida, eran mariposas.

─ Iugh... ─con su manga se resfrego los labios tratando de mantener la compostura, volteo para darse cuenta que el chico de limpieza había visto el crimen.

Lo vio sepultado aquellas mariposas, pero no dijo nada, Osamu tampoco tenía ganas de una platica ni mucho menos de algún discurso barato así que sólo se dedicó a observarlo irse, al voltearse noto que sus hebras eran rojizas e inmediatamente reconoció a aquel joven que parecía estar destinado a cruzarse con el.

Aún recuerda la vez que lo ayudo en un momento difícil, cree que fue por pena, quiza lástima y quien no le niega que pudo ser de burla o para pasar el tiempo, de todas formas no tuvieron más contacto en esos años.

"seguro le doy asco" fue lo primero que atinó a pensar.

¿A donde debía ir? aquel joven no lo recordaba, no sabía donde estaba parado siquiera, se sentía débil.

Muy débil.

Quedó parado en medio del pasillo, no le importaba estar desnutrido pensó, quería eso, quería verse a los huesos, quería que la gente se preocupara por el aunque sea un poco y si debia ser así lo sería, aunque se contradecia en constante con los pensamientos de que nadie lo podría ayudar, ya era demasiado tarde para el y no hay terapeuta que pueda hacer algo y no quería terminar en un internado donde lo obliguen a comer.

mariposas  [soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora