A las cinco de la mañana, todos los discípulos de la secta Lan abrieron los ojos a un nuevo día. Afuera, el cielo existía en su punto más oscuro y el sol ni siquiera comenzaba a asomarse. El sonido de los pajarillos y los gallos, pertenecientes a la posada en la que durmieron, era lo único que rompía con la tranquilidad del lugar; los discípulos Lan sabían moverse sin causar ruido así que cuando se presentaron en la sala principal, sorprendieron al dueño hasta el punto de la palidez.
Lan SiZhui se quedó en el segundo piso, al borde de la escalera. No pudo dormir adecuadamente durante la noche ya que su mente seguía rondando, una y otra vez, en la impactante imagen de las muñecas del joven amo Mo atadas con la cinta de regulación de su padre.
Dirigió la vista a la ventana y la coloración azulina del cielo se fue degradando a una tonalidad más vivaz. Estuvo parado ahí durante unos minutos, por alguna razón un extraño nerviosismo le llegó cada vez en la que se planteó dirigirse a la habitación de su padre para confirmar el momento de partida. El pecho le burbujeó a cada paso y al igual que horas atrás no entendió la razón por la que se sentía de aquella manera. Ni siquiera podía ponerle nombre a la emoción.
Un poco antes de que Lan SiZhui se encaminara hacia esa habitación, adentro, Lan WangJi abrió los ojos y lo primero que sintió fue una punzada en la frente junto a un ligero dolor de cabeza. Contrajo las cejas con duda y se dedicó unos segundos a intentar hacer memoria, no obstante, como en las dos ocasiones anteriores en las que consumió alcohol, no pudo recordar nada.
Viró un poco la cabeza hacia el otro lado de la cama, esperando encontrar los cabellos desparramados de Wei WuXian sobre la almohada, pero no lo vio. Se sentó en la cama con cuidado y fue entonces cuando observó a Wei WuXian sentado en el suelo con la cabeza apoyada en la cama. Se le quedó mirando apenas un poco; tenía los labios un poco más rosados de lo usual y las ojeras marcadas, como si le hubiera costado dormir. A la duda del dolor de frente se le sumó el por qué Wei WuXian durmió en aquel lugar.
Sin querer que al despertar los músculos se le entumieran por la incómoda posición Lan WangJi lo levantó con ligeros movimientos y colocó en la cama. En el instante en el que el cuerpo tocó el colchó duro Wei WuXian luchó por abrir los ojos.
La voz le sonó más despierta de lo que su aspecto pintaba—. Lan Zhan.
El aludido solo respodió con un típico "Mn", pero, le gustó cómo sonó su nombre en aquel tono mañanero.
—¿Estás sobrio o aún ebrio?
—Sobrio.
—Oh... Entonces ya son las cinco.
Terminó de acomodarlo en la cama y poner sobre sus piernas la sabana con la él durmió en caso de que el clima le pudiera parecer fresco. Por supuesto no le pasaron desapercibidas las marcas rojizas en las muñecas de Wei WuXian. Otra duda se añadió a la lista y aunque quería preguntar, no supo si hacerlo. Al final solo sacó una pequeña y turquesa botella de porcelana desde el interior de la manga y le aplicó el contenido con sumo cuidado de no lastimarlo.
Wei WuXian abultó los labios, justo como un niño pequeño, caprichoso y juguetón—. Duele... Hanguang-Jun, eres tan agresivo cuando estás sobrio.
Ni siquiera levantó la vista antes de contestar: —Cosechaste lo que sembraste.
—Lan Zhan, ¿realmente no recuerdas lo que hiciste después de embriagarte? —la expresión le cambió, se volvió un poco seria, pero igual de curiosa que siempre.
—No lo recuerdo.
«¿Hay algo importante que debería recordar...?».
Lan WangJi levantó la vista y se quedó sorprendido por la seriedad que reflejó Wei WuXian. Sobre todo, por la penetrante dirección a la que estaba mirando: su boca. Volvió la atención de nueva cuenta hacia las mulecas pero, en realidad aplicó el ungüento de forma mecánica. Podía sentir con fuerza la mirada de Wei WuXian en él hasta el punto que se sintió un poco incómodo porque se preguntó si, por el alcohol, su aliento se había transformado en algo desagradable y por eso Wei WuXian, sin poder disimular, seguía observando tanto su boca.
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Escucha los latidos de un corazón ámbar | Lan MeiLing
FantasíaDespués de trece años de luto silencioso Lan WangJi vuelve a escuchar su propio corazón latir con fuerza cuando, en la cima de la Montaña Dafan, WangXian fluye a través de las desgarbadas notas de una flauta. La melodía que escribió para el implacab...