1: ¿Estás...?

1K 113 22
                                    

Despertarse en contra de su voluntad.

La luz del exterior allanaba la habitación del pelirosa, pero lo único que sentía era una inmensa flojera.

No quería levantarse ni ir a trabajar ni peinarse.

Pinche cabello largo... Bueno, de todos modos me gusta así.

Meneó ligeramente la cabeza y se quedó quieto, alentándose para pararse e irse a bañar.

Afuera el clima era frío, así que tuvo que ponerse una bufanda antes de siquiera salir. El camino de su casa a la cafetería donde trabajaba era de aproximadamente 15 minutos a pie, pero a veces se distraía viendo algo en la calle y terminaba llegando tarde, por lo que se cercioraba de salir media hora antes.

Las calles estaban vacías aquel día -algo de extrañarse-, pero un poco más allá se dio cuenta de la razón porqué.

Había un bus. De esos para turistas, con dos niveles y de color rojo. El bus estaba parqueado casi improvisadamente y tapaba una parte de la avenida. Varias personas se hallaban bajando de allí, medio mareadas y desorientadas. El chofer -supuso él- también estaba a bajo, discutiendo con alguien por teléfono y haciendo señas a la gente para que se apurara en su descenso.

Tal vez su error fue hacer contacto visual, pues el hombre al darse cuenta de la presencia de Ángel le hizo ademanes para que se acercara. El pelirosa quiso negarse; no estaba de humor para lidiar con un montón de humanos. Sin embargo, por su mente cruzó el hecho de lo que un montón de gente significaba: dinero.

La cafetería estaba a tan solo unas dos cuadras, así que podría llevarlos allí mientras tanto. Comprarían algo para pasar el rato, y su jefe estaría feliz de verlo hacer un esfuerzo.

Caminó en dirección del chofer, listo para dar su discurso de promoción.

—Alguien cortó los frenos del bus de turismo— se apuró en aclarar su contrario, suspirando pesadamente—. Todavía estamos lejos de nuestros destinos. ¿Tienes alguna recomendación por acá cerca?

Ángel sonrío de lado y aceptó entusiasta, dándole indicaciones del lugar y también asegurándole que la cafetería también formaba parte de la historia en la ciudad, pues en tiempos de crisis hacían donaciones y recaudos para los necesitados.

—Bueno, si es así, quisiera que nos guíes allá.

Asistió y se dirigió a las personas en general, dando una pequeña presentación al lugar donde irían. No hubo reclamo, pero algunos en se veían del todo dispuestos.

Ángel se adelantó unos pasos y aumentó su velocidad, sacando su celular y mandándole rápido un mensaje a Reze.

Gente
Yendo
Ahora
Tiempo real
Estén presentables

Abrió la puerta del local con cuidado, y luego hizo señas a sus compañeros de trabajo para que se acercaran.

—Trátenlos bien, algunos están de mal humor.

Fue así en como atendieron a los clientes, ofreciéndoles algunos combos y contándoles algunos rumores de la ciudad.

—Dicen que en la plaza del centro, justo a media noche, salen las almas en pena que fueron victimas de alguna dictadura— narró con cuidado Reze, haciendo muecas y encogiéndose de hombros ante las expresiones sorprendidas de la clientela.

—No lo creo— habló alguien con un tono medio burlón, llevándose la atención de los presentes pues todos lo habían escuchado.

—Entonces deberías ir a comprobarlo vos mismo, niño rubio— replicó Reze, sonando divertida.

Fue entonces cuando los demás asintieron con entusiasmo, pidiendo a los meseros algún Tour por allí.

—¿Ustedes comprobaron por cuenta propia los fantasmas?— les preguntaron.

—Yo no, no me permiten salir hasta tarde— aclaró Reze, volteándose en dirección al pelirosa —Pero Ángel sí, y dijo que era cierto.

Fue entonces cuando el susodicho no supo qué hacer. De que sí había fantasmas, sí había. De que él usualmente veía fantasmas... Eso era distinto, y difícil de explicar.

—¿De verdad?— preguntaron cerca de él y se limitó a asentir en un cabeceo —La compañia de Turismo con la que vinimos me decepcionó, supongo que es mejor ir con locales. Ustedes parecen agradables.

Reze sonrió y confirmó que lo eran, quedando en reunirse aquel día a las 10pm.

—¿No que no tenías permiso para salir hasta tarde?— le preguntó el pelirosa en volumen bajo.

—Usualmente no, pero si traigo dinerito pues las cosas cambian— señaló ella con una sonrisa pícara.

Afuera un nuevo bus se había estacionado, y de él bajaba un hombre que les hacía señas para que se acercaran. La clientela se despidió de Reze y Ángel y la administradora les acompañó a subir.

—Aquello fue algo... Inesperado. Buen trabajo— y sonrió en dirección a sus menores.

»»——⍟——««

Ángel regresó a casa cuando el reloj marcaba las 7pm, se echó en cama e intentó dormir. Todo lo pasado aquel día se sentía... Extraño. Erróneo. Algo que parecía que tenía que pasar. ¿Por qué se sentía culpable?

Cenó al no poder conciliar su sueño y se puso a ver animes hasta que fue hora de volver a la cafetería. Reze le había mandado mensajes diciéndole que ella ya estaba junto a Tendou, esperando a que los demás llegaran.

Él se levantó con pereza, se puso una chamarra y caminó hasta allá, topándose con un par de personas que lucían perdidas.

—¿De verdad tomaron nota de dónde estaba la cafetería?

—Sí, sí, recuerdo haberla anotado en notas, pero aparentemente se borró o algo así. Aaaaki.

—El local está a 5 o más cuadras a la derecha, a lo que recuerdo.

—¿Estás seguro?

—Simón. Ah, y Power, deja de jugar minecraft o te pueden robar el celular.

—Pero estamos perdidos, es mejor jugar así no nos preocupamos mucho.

—No, estás incrementando las posibilidades de que seamos asaltados.

Por alguna razón ajena a su conocimiento, Ángel se había quedado quieto al escucharlos. A simple vista, eran parte del grupo de turistas que habían atendido por la mañana, pero también sentía reconocerlos de algún otro lugar.

—Himeno, ya deja de fumar, ¡no me dejas matar al aldeano decentemente!

Ángel sentía su corazón latir demasiado rápido, y eso le estaba molestando.

—¡Denji, maldita sea! Guarda tu celular. Ahora mismo somos el blanco perfecto para los chorros.

—Denji, deberías hacerle caso, ese tipito nos ha estado viendo como por 10 minutos ya.

Mierda, mierda, mierda.

Aki, Power, Himeno, Denji.
Aki, Power, Himeno, Denji.
Aki, Power, Denji.
Aki, Denji.
Aki.

Se sintió mareado. Sus ojos no lograban quedarse fijos en un mismo punto y su cabeza daba miles de vueltas. Su garganta estaba seca, su nariz le escocía, y sentía que se estaba perdiendo de algo.

—Aki, ¿no es ese uno de los jóvenes de la cafetería? ¡Ah, sí es! De seguro nos puede guiar hasta el local, ¡estamos salvados!

Su cabeza le dolía, y su mirada se distorsionaba, por su piel pálida se deslizaban gotas, gotas de sudor y de la llovizna que apenas comenzaba.

—Ah, ¿se está tambaleando? Se ve bastante pálido, a decir verdad. Oye, ¡tú! ¿Estás bien?

Odio todo.

Y terminó de desmayarse.

Roce - CSM (Akiangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora