CAPITULO I HISTORIAS

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Todas las tardes alrededor de las 3 de la tarde Nicolás llegaba a su lugar de trabajo una pequeña taberna en donde se escuchaban infinidades de historias.

Aquel señor cada noche al son de la música bohemia recibía a sus clientes con una grata sonrisa, muchos le tenían gran aprecio, por la manera tan sutil en la que él le colocaba un toque de magia a ese recinto tan acogedor y romántico.

Yo me sorprendí al escuchar las historias que mi padre relataba cada vez que llegaba de su lugar de trabajo, unas tristes otras jocosas y otras demasiado fuertes quien iba a imaginar que en la memoria de aquel señor un tesoro de historias se encontraban guardadas.

No era solo contar las historias lo más asombroso fue lo que relato de aquel jueves 25 de agosto del 2005.

Durante las horas de la tarde un fuerte aguacero invadió la ciudad por lo que la noche no pintaba un ambiente acogedor, sin embargo gracias a ese día se puede relatar cómo se pueden conectar las historias de diferentes personas. Cerca de las 8:30 p.m. llegó un primer cliente un señor ya con su cabello blanco y con una mirada demasiado triste, Nicolás con su sonrisa lo saluda y preguntándole que le podía servir, pero aquel caballero solo se limitó a decir que su nombre es Jerónimo que le diera un momento para pensar en que iba ahogar sus penas. Que solo le sirviera una botella con agua.

Muy ágil como era de costumbre el servicio fue inmediato, algo que si caracterizaba a Nicolás era la facilidad de poder comprender a sus clientes, llegó a las consolas y comenzó su terapia musical en pro de aumentar o disipar el dolor de aquel señor que visitaba el acogedor lugar. Sonaban los boleros, Jerónimo solo tomaba pequeños sorbos de su botella de agua, a las 8:55 p.m. sonaron los sonajeros de la puerta anunciando la llegada de algún cliente, efectivamente llego un joven de tés morena de aproximadamente 28 años, su aspecto lo hacía ver como una persona que no había tenido un buen día, saludando al señor Jerónimo con la mirada y se dirigió a Nicolás pidiendo una cerveza, como ya no era una sorpresa el tabernero atendió lo solicitado con gran velocidad.

El joven muy formal se presentó diciendo lo siguiente:- mi nombre es Juan Fernando hoy no ha sido un gran día para mí y creo que este lugar es el indicado para dejar todas mis penas. Al terminar su frase Nicolás sonrió diciendo lo siguiente:- aquí se guardan las penas, las tristezas; pero lo más importante es que al salir de esa puerta tenga la seguridad de que estará más aliviado o más alegre, pero no volverá a estar así.

Juan Fernando miraba todo su alrededor, dejándose envolver por la magia de ese pequeño lugar, al son cubano movía sus hombros en señal de que llevaba el ritmo buscando un poco de distracción le habló a Jerónimo preguntando que lo trajo para estar sentado en ese lugar. Jerónimo para poder entrar en el tema le pidió a Nicolás una botella de tequila. Juan Fernando se sorprendió al ver que lo solicitado era para matar lo que en realidad lo acomplejaba.

- Juan Fernando no te imaginas el mal que aqueja mi vida pero en realidad estoy aquí para disfrutar el poco tiempo que me queda para vivir. Cuando era niño siempre soñé con salvar vidas, viendo muchas historietas me inspire en ser un héroe. Muy disciplinado lleve mis estudios al máximo, soy médico ortopedista y hago parte de un proyecto en donde realizamos las mejores partes biomecánicas para ayudar aquellas personas que le falte algo de su cuerpo que impida su desempeño motriz, pero nunca me he enfermado y hasta hace poco me entero que mis riñones no funcionan, la única forma de salvarme la vida es tener un riñón nuevo, pero el problema no es ese, todo radica en mi tipo de sangre A negativo y en este país los trasplantes están escasos y con ese tipo de sangre no hay esperanza alguna.

Cuando Jerónimo daba ese pequeño discurso de su vida, Nicolás se acercó para darle una picada de limón, ya que su trago era muy fuerte. De repente los sonajeros anunciaron la llegada de un nuevo visitante, todos buscaron la silueta de la persona que entraba a ese mágico lugar y la sorpresa fue grande, debido a que quien había entrado era una gran dama de cabello negro, sus ojos eran azules como lo del mar. Cuando ella saludo a todos los que se encontraban es ese lugar su voz era tan dulce que a Nicolás que era diabético se le subió la azúcar en ese momento.

MEMORIAS DE UN TABERNERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora