Diecisiete

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No hizo casos a mis palabras

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No hizo casos a mis palabras.

Avanzó por mi habitación, haciéndome fruncir el ceño y mirarle con odio. Me había interrumpido en mi momento de debilidad. Sorbí mi nariz y crucé los brazos sobre mi pecho, caminando hasta él en un intento de echarle de mi habitación.

Oliver no se dejó intimidar ni mucho menos. Al contrario, sonrió con aires de grandeza y observó mi dormitorio, desde todos los libros sobre ciencia, física y astrología hasta los recientes y frescos lienzos que acababa de pintar. Con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros, se agachó y miró el lienzo. Frunció el ceño e hizo una mueca, una que no supe interpretar pero que no significaba nada bueno.

—¿Me vas a decir qué haces aquí? —pregunté de nuevo. Confusa por su comportamiento e intrigada por saber como había entrado.

—Tienes una habitación muy... —observó toda la estancia, dando vueltas sobre sí mismo, sopesando sus palabras— vacua.

Fruncí el ceño por la elección de sus palabras. No era sosa ni aburrida, no para mí. Tenía todo lo que necesitaba y nada más. Tenía mi escritorio, lleno de subrayadores y folios de apuntes y en blanco; tenía mi cama, con una colcha básica y simple, el armario y la cómoda. Además de una estantería, donde estaban perfectamente ordenados todos los libros de la escuela y los que me compraba para seguir aprendiendo.  Recientemente había añadido un corcho en la pared junto al escritorio, donde se encontraban las fotos que Morgan me obligaba a hacerme y las que me hacía con Sam.

Rivales en la cima [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora