Deseo [Sanemi x Lectora]

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— Por cierto tengo una duda Sumi— Habló Sen

— Dime— Respondió Sumi

— ¿Porque no te quedaste en la casa de tus padres?— Pregunto Sen

— Pienso venderla, no quiero estar en ese lugar, ahora sólo me trae malos recuerdos— Respondió Sumi

— Ya veo ¿Cuantos días te quedarás?— Pregunto Sen

— Esta semana y regresaré a mi ciudad, por cierto Sen— Habló Sumi

— ¿Que sucede?— Pregunto Sen

— ¿Sanemi suele sonreír a las personas?— Pregunto Sumi

— Sería un milagro que lo hiciera, es muy amargado y agresivo sobretodo con los hombres es muy antipático, pero Sanemi es Sanemi ¿Por que?— Respondió Sen

— Curiosidad— Respondió Sumi

Sumi sonrió con sonrojo y felicidad

Sen no dio importancia a lo que hacia Sumi, ya que se estaba arreglando para salir a comprar al mercado

— Bueno saldré un momento ya regresó— Habló Sen

— De acuerdo, ten cuidado— Respondió Sumi mientras miraba por la ventana

Sumi miraba a Sanemi en resumen Sumi se enamoró de Sanemi

Sanemi estaba tomando un poco de aire pero sentía que alguien lo observaba por lo
que se incómodo y decidió entrar a casa

Sanemi vio que Sen se dirigía hacia la puerta

— ¿A donde vas?— Pregunto Sanemi

— Iré a comprar para el almuerzo— Respondió Sen

— ¿Llevas dinero?— Pregunto Sanemi

— Si— Respondió Sen

— Esta bien, no tardes— Habló Sanemi

En eso Sumi baja de las escaleras y se dirige hacia la cocina

— ¿Sumi?— Pregunto Sen

— Sen, solo hiba por un poco de agua ¿Sabes donde hay?— Pregunto Sumi

— Yo te serviré un poco de té— Respondió Sanemi

Sumi sonrió y asintió con la cabeza, Sen salió y empezó a caminar por el sendero hacia el pueblo más cercano

Sen llegó al pueblo y fue a la carnicería de siempre, Sen siempre compraba ahí por lo que se llevó cierto afecto de la señora

— Sen, se te extrañaba— Habló la señora con una sonrisa

— Buenos días señora Miko— Habló Sen

La señora Miko y Sen llevaron una pequeña conversación Sen al recibir la bolsa con la carne por accidente su haori se recogió hasta su brazo dejando ver unas marcas moradas con figura de manos

Sen no le dio importancia, pues esas marcas fueron causadas por los ebrios de la ciudad

La señora Miko no pensó lo mismo