El relato de amor de un inmortal

Capítulo 1: Encuentro de dos desconocidos

"La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo."

Gustavo Adolfo Bécquer

En Tokyo, la mañana se revelaba lluviosa, casi nostálgica. Eran mediados de julio de 2021. El viento y el frío helaban a los despistados que no iban bien abrigados
En los charcos se reflejaban los altos edificios, las personas y los autos. Por las calles caminaba Shinso Hitoshi un joven escritor de 25 años, con un par de abrigos, un gorro de lana, su portafolios y un paraguas. Iba camino a una reunión con un desconocido. Su ex profesor y mentor, Aizawa Shota, lo había enviado a entrevistar a un joven extranjero en busca de inspiración.

Hacía apenas un año y medio que Shinso había publicado su primer libro, una novela nostálgica acerca de un joven solitario, tuvo un gran recibimiento. Sin embargo se sentía estancado y quería probar con un tópico común y poderoso: el Amor. Pero en sus alrededores no había una historia digna de ser creada. Por ello acudió a su mentor, este lo pensó por un instante que pareció bastante largo y le preguntó:

-“Shinso, ¿crees en lo imposible?”

No pudo responder.

- “Te conseguiré una reunión con alguien, un joven extranjero. Pero te advierto que quizá lo que descubras sea demasiado impresionante para que lo creas. Se discreto y respetuoso.”

Estas extrañas palabras rondaban su mente cuando llegó a su destino: un peculiar restaurante de comida Italiana de un estilo antiguo, parecía plena noche cuando te adentrabas en su interior. La decoración se mantenía en tonos tierra y la iluminación tenue hacía que todo se sintiese acogedor. Un empleado lo dirigió a su mesa, apartada del resto, con la privacidad perfecta para una charla que no debe ser oída ni por el viento. Sentado, mirando hacía la ventana se encontraba el desconocido, un hombre de no más de 25 años, rubio cenizo, con un semblante duro, sin dudas un extranjero.

-Buenos días, ¿Bakugo Katsuki?- dijo Shinso respetuosamente ofreciéndole su mano en un saludo.

-Buenos días, Hitoshi. Katsuki está bien. No me gustan mucho las formalidades japonesas- dijo con voz grave, pero tranquila mientras estrechaba la mano de su interlocutor- Pedí una botella de vino, ¿está bien?.

Hotoshi se distrajó un segundo con el color rubí intenso de sus ojos.

-  Está bien- Hitoshi se acomodó en la silla, sacó un cuaderno mediano y un bolígrafo, listo para iniciar su entrevista.

-Katsuki, no estoy seguro de qué fue lo que te dijo el señor Aizawa, pero estoy en planes de escribir un libro de amor. Algo un poco trágico me gustaría, creo que me va bien- se permitió sonreír divertido señalando su semblante ojeroso.

- Es muy raro que Shota me pida un favor, y creo que este en particular es extraño. No soy un hombre muy conversador. Pero hasta las estatuas tienen algo que decir después de años de silencio, supongo- su tono era solemne y su hablar refinado.

- Yo tampoco soy un gran conversador, pero me encantan las historias, escucharé lo que sea que quieras contarme- lo animó.

Ambos se sentían más relajados. Un par de copas de vino, una conversación con un desconocido y la lluvia fina mojando las calles.

-Ciertamente, me gustaría contar con que serás discreto con lo que voy a relatarte. Puedes usarlo libremente para tu ficción mientras no me menciones, sería complicado. Además, primero tendría que convencerte de que es verdad- se rió apenas- Ahora que te ofreciste a escucharme, no me importa mucho si me crees o no.

Katsuki comenzó su relato.

-Nací en Inglaterra, el 20 de abril de 1591.

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¡Hola! Es un gusto encontrarnos. Gracias por tomarse el tiempo de leer.

Les traigo esta nueva historia, será corta y espero que la sigan de principio a fin.

También les cuento que es la primera vez que dibujo y diseño por mi mismx una portada, espero que les guste.

¡Nos vemos pronto!

Atte: El Dragón Blanco🤍.