Jugar IV

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Sin pensarlo correspondo a su abrazo pensando en que eso es lo correcto pero no pasan mas de dos segundos para que este noble gesto de afecto se vuelva tortura.

Escucho crujir algunos de mis huesos cuando ella aprieta mi cuerpo para finalizar.

—¡Si le cuentas a alguien te mato!—. Exige con fuerza.

Su rostro está ruborizado, rojo como un tomate.

No entiendo que pasó.

. . .

Lo siguiente que pasó es que nos invitaron a comer en la casa de Liam, solo los niños por que los adultos se dieron el gusto de hacerlo primero con bebidas alcohólicas.

Incluyendo mi madre.

Ella no suele beber pero es una excepción por su rescate.

Y creo... Que tener un grupo de amigos aventureros debe ser grandioso.

Liam llegó a las profundidades por su cuenta usando una buena estrategia el cual es ir a oscuras guiándose por un palo al estilo de los ciegos.

Algo arriesgado pero muy listo de su parte.

El fuego los atrae, de alguna forma les dice que la comida ya está lista.

¿Cómo lo logró?

Milenka se sorprende del sabor de la comida, es diferente a la de esos túneles por su puesto.

Lo mismo digo yo, hay algo cremoso que se unta sobre la carne, creo que le llaman queso... Nunca oí de ello.

Eso y la ensalada, todo en su conjunto es la comida más rica que tengo el lujo de probar.

Le pregunto a mi mamá "¿Por que no comemos esto?" A lo que ella me responde "No podemos comprarlo".

No entiendo como funciona eso.

Al rato terminamos de comer y la primera en invitarnos a hacer algo es Estrella.

—Vamos a mi habitación—. Reclama ella.

Aceptamos su invitación y nos dirigimos juntos a su cuarto.

Milenka no se ve incómoda, se la ve curiosa...

Me siento aliviado.

Solo conversamos sobre el laberinto y las diferencias que existen en la superficie.

La magia, las espadas, la comida, las casas, el sol, los campos, animales y muchas cosas más.

Aún no he visto a ningún animal por lo que Estella se gana nuestra atención.

—Asi es, yo paso por los campos y veo a las cabras y las vacas, también hay un enorme campo de fruta-jarabe cerca de aquí—.

—Me encanta la fruta-jarabe—. Respondo emocionado.

—Mañana los llevaré allí, ya verán, será genial—. Dice señalándonos con su índice de una forma orgullosa.

Se nota que tiene muchos deseos de llevarnos, su emoción es contagiosa.

Son como promesas.

Ya es de noche horario para irnos a casa a descansar.

Los aventureros ya no están, Tae y Liam nos dicen que es hora de descansar.

Pero Estrella no parece querer terminar con la charla.

—¡¿Qué?! ¡No!—. Reclama ella.

—Ellos deben irse, todos deben descansar para tener energías—.

—¡Pero yo tengo mucha energía!—.

—Podemos acompañarlos hasta su casa y volver—. Ofrece Liam pero Estrella no tiene pensado ceder.

—¿Y por que no se quedan a dormir?—. Pregunta Tae.

—¿A-A dormir? Bueno, si quieres que ellos se queden por su puesto no hay problemas... Pero no creo poder cuidar a tres chicos—. Dice observándonos.

Lo entiendo, tienes problemas solo con esta chica salvaje, puedo entender eso.

—Entonces yo... Puedo quedarme... Si quieres—. Dice tímidamente.

No hace falta decir que nos quedamos a dormir en este lugar.

Armamos las camas en el suelo por que aunque había una cama de madera Estrella se negó a usarla.

"Vamos a dormir todos juntos" nos dijo ansiosa, una pijamada creo que se les llama.

No pasó mucho para que extrañara mi casa.

No negaré que me gusta estar con ellas, me gusta esta compañía que me dan.

Las charlas son entretenidas pero al momento de dormir...

Parecido a los túneles, ambas se aferran a mi, me dan calor pero no quiero moverme para incomodarlas.

Mi brazo derecho donde Estrella apoya su cabeza está entumecido y el izquierdo en el que Milenka enreda con brazos y piernas siente calor.

A pesar de toda esa incomodidad logro cerrar mis ojos y conciliar el sueño.

Maña a será otro día, quiero ver el campo de Fruta-jarabe.

El libro de Kendall: primero añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora