Capítulo 4

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Pasaron dos semanas desde mi graduación. Dos semanas desde que me nombraron elegida.

Realmente no nos explicaron mucho más sino que realmente nadie conocía el verdadero paradero de la localización del internado. Nadie sabía si se encontraba en Lüge (el estado en el que yo vivía), algún estado de las otras distinciones, en algún sitio desconocido de nuestra dimensión o, incluso, algún lugar recóndito fuera de ella.

Como fuera, ya tenía la maleta hecha y mis padres y Dina estaban esperando a que acabara de empacar todo. Acabé de meter mi última camiseta y bajé las escaleras sosteniendo mi maleta en el aire con mi telekinesis para no causar ningún accidente. Cuando me aseguré de que la maleta caía cuidadosamente en el suelo pude notar cómo tres pares de ojos estaban clavados en mi nuca. Justo antes de girarme uno de los tres comenzó a hablar:

—Te han llegado indicaciones, a tu correo electrónico, Hanna, sobre cuál sería tu talla. Para ahorrarte trabajo les dije que tu talla es la xs, hace nada que llegó un correo de confirmación diciendo que en cuanto llegues al internado te entregarán el uniforme.

—¿Cómo...?—dejé ir acabando de formular la pregunta solo en mi mente para no excederme demasiado. Entorné los ojos a su dirección, negando la cabeza. La pregunta era «¿Cómo puedes ser tan sinvergüenza como para revisar mis cosas?», pero claro, ella se lo había tomado como un «Wow, mamá, ¿Cómo lo hiciste? ¡Increíble favor que me has hecho!».

O al menos asumí que pensó eso o algo parecido ya que formó una sonrisa triunfante y habló diciendo lo siguiente:

—Revisé tu ordenador portátil. También te he preparado una maleta extra con ropa decente, no me des las gracias lo hago con gusto—señaló una maleta llena de purpurina plateada. Yo rodé los ojos e ignoré su invitación a tomarla, pero de todas maneras ella me la puso en mis manos. Sí, bueno, al menos durante estos dos años me iba a librar de su presencia.

Mi padre y Dina me ayudaron a sacar las cosas de la casa. Después de que los cuarto ya estuviéramos fuera condujimos hasta la estación de autobuses. Allí se encontraba Jake, su familia y sus numerosos amigos. Según me había dicho Dina su familia era rica y él popular, otro simple lügner ostentoso entrenado para ser Guardian para simplemente ganar reputación. Mi padre siempre decía que ese tipo de personas no tenía un verdadero don, que era forzado y que, según le decía su hermano en sus visitas, se hacían notar ellos mismos, pero no para mejor.

Él y yo cruzamos miradas, la de él era una seria, incluso podría decir que amenazante.

Genial, apenas he pisado ese internado y ya me he ganado un enemigo.

Me centré en mi familia (mi padre y Dina, por supuesto, porque mi madre se estaba sacando fotos  para publicarlas en las redes, parecía una puberta).

Cuando estuve apunto de querer despedirme de ellos con tranquilidad escuché el sonido de un autobús a mis espaldas, todos miraron por detrás a mi izquierda y yo me giré. Era un autobús con un escudo con un logo raro en él. El fondo del escudo era azul marino casi negro y tenía un símbolo redondo y con unas líneas raras pintado como el oro. Me pareció curioso el hecho de que no tuviera ningún animal pintado sino un símbolo, el escudo, como los de cualquier internado o instituto normal tenían. De hecho, estoy segura de que tenía un significado.

Dentro de la redonda de oro había una línea vertical dorada, luego dos líneas apenas se unían perpendicularmente formando una «V» en forma horizontal, si contabas la primera línea parecía una  «A»; luego, entre los espacios más anchos de la  «V» se encontraba otra línea en diagonal con un ángulo más cerrado, pero a esa no le podía dar ninguna clase de forma.

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐆𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧𝐞𝐬 © [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora