III

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Siendo uno de los jueces más importantes de la ciudad, era difícil que no se enterara de las cosas. Siendo conde, era imposible. 

Un actor talentoso hace una audición para una obra grande en un teatro importante. La noticia le da curiosidad, porque da la casualidad que conoce muy bien a un actor talentoso, y Soobin se puede dar el lujo de saciar la curiosidad. 

Era sencillo, en verdad lo era, con dinero todo es fácil; hablar con el director de la obra, mencionar al arte, citarlo y engrandecerlo solo facilitaba las cosas. Entonces se mencionan algunos nombres sutiles como el viento, pero imposibles de pasar desapercibidos, otros son como truenos, estruendosos y espontáneos. Luego está el de Yeonjun. 

Era como muchas cosas y ninguna, llamaba como el fuego, pero era espontáneo y dramático como los rayos sin perder la sutileza. A Soobin le gustaba mucho Yeonjun. 

Cuando el actor lo vio abrió sus ojos y su expresión de sorpresa la compuso enseguida con una sonrisa astuta, sin embargo, Soobin era juez y si algo sabía hacer era leer a la gente y no se perdió el nerviosismo bien oculto de Yeonjun. Sin quitar su expresión cordial, le señaló sutilmente con la cabeza un lado de la calle, pero el chico estiró sus labios en una mueca arrogante y se fue caminando en la dirección contraria. Niño engreído. 

No se demoró mucho con el director de la obra. Adulación. Nombre. Adulación. Adulación. Comentario. Nombre. Agradecimiento. Adulación. Kamal. 

Por supuesto, Soobin no dejó que su ceño se frunciera ante la mención de su hijo, pero aun así se prometió hablar con Kai en cuanto lo viera mientras iba tras los pasos lentos y obvios de un actor terriblemente descarado. 

ㅡNo me sorprendería que llegue a la cárcel alguna vezㅡle dijo a Yeonjunㅡ. ¿Qué tan seguido desafía a la ley? 

ㅡHasta donde yo me quedé, tú no eras la ley.

ㅡCualquier corte puede confirmarle lo contrario. 

ㅡSi no te fijas en el suelo que pisas vas a caerㅡle dijo Yeonjunㅡ. ¿Pasas frío por las noches?

ㅡNo lo hago. 

ㅡUna lástima para mí, una bendición para tiㅡdijo el chico. 

Soobin sabía que Yeonjun quería pedirle algo, era muy obvio, pero le gustaba ver cómo se las ingeniaba para no decir directamente que necesitaba algo. 

ㅡMe parece que no he entendido a lo que se refiere. 

ㅡBueno, señor no entiendo nada, me refiero a la cruel noche y el condenado invierno que está muy cerca de volverme loco. 

ㅡ¡Qué difícil es hablar! Conozco un lugar que vende lo que necesitas de muy buena calidad, puedo darte la dirección si así lo deseasㅡSoobin saludó a una mujer que pasaba y sonrió cuando vio los labios fruncidos e insatisfechos de Yeonjunㅡ. Puedo acompañarte, también. 

Sí, y también iba a pagar todo, podía comprar el maldito negocio si quería, pero no era un buen lugar ni un buen momento para decírselo al actor. 

ㅡ¿Y a dónde vamos?ㅡpreguntó Yeonjun. 

ㅡTú sigues liderando el camino.

ㅡBienㅡYeonjun lo miró y sonrió como siempre sonreía con élㅡ. Cruzaremos el universo y montaremos al sol para poder llegar. 

ㅡ¿Seguro que al sol?

A Yeonjun le tomó un tiempo entender la broma, cuando lo hizo, se puso escandalosamente rojo y miró a todos lados, pero los caballeros y las damas estaban demasiado ocupados como para notar su bochorno. 

ㅡTú... tú...

ㅡYo, yo. 

ㅡ¿Por qué no te vas a tu corte a hacerle esos chistes a tus colegas y luego me cuentas qué tal les pareció? 

Soobin sí dejó salir la risa frente a un teatro cerrado. Le faltaba pintura, aunque lo disimulaba muy bien, y estaba poco iluminado. El teatro de Yeonjun.

El chico tenía apenas 22 años y seguramente no había nacido en una familia con dinero, ¿Quién demonios le dijo que era buena idea comprar un teatro?

ㅡBueno, yo entro y tú te vas a contar tus chistes, me notificas si tengo que ir a visitarte a la cárcel, solo por si no les gusta bromaㅡYeonjun abrió una pequeña puerta y Soobin le siguió. 

ㅡEntonces me trajiste hasta aquí para que viera la fachada de tu teatro. Muy bonitaㅡSoobin saludó a un hombre y esperó a que se fuera, nunca quitó la vista del teatroㅡ. Le falta pintura. 

ㅡ¡Disculpe, majestad, los precios son caros!ㅡexclamó Yeonjun indignadoㅡ. Le falta pintura, ¡claro que le falta! ¿Pero quién la pone? ¿La vas a poner tú, la va a poner el de la tienda? ¡No, yo lo tengo que pintar!

Yeonjun tendía a hablar demasiado si lo ofendían, a él o a su teatro, que era casi lo mismo. Soobin se dio cuenta de eso mientras se adentraban en un pasillo estrecho y poco iluminado.

El actor seguía hablando de lo agotador que era pintar algo, que el juez no lo sabía porque seguramente en su vida había tocado una brocha, y que montar una obra era más barato que pagar para que pintaran, esos cretinos. 

Dejó que descargara sus frustraciones hasta que entraron a unos cuartos que parecían ser donde Yeonjun vivía. En el momento en el que el actor se quedó sin qué decir, Soobin lo besó.

Podía mandar a pintar todo si se lo pedía. Podía ahogar sus necesidades con su dinero. Pero no podía pasar desapercibido el abrigo azul marino que llevaba Yeonjun y que le quitó.

Soobin sabía que le pertenecía a alguien más. Y no le gustó. 

Hominum [Kaijun | Soojun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora