2

173 16 3
                                    

Jeonghan.

Mingyu atravesó la puerta de su hogar con los mellizos a cuestas, causaron una sonrisa cariñosa en él, aún más cuando corrieron a abrazarlo.

— Hola, pequeños querubines.

Mingyu soltó un bufido cuando lo escuchó, y él mismo le golpeó luego de abrazarlo.

— ¡Auch! ¿Y eso por qué?

Jeonghan rió. — Por ser un tonto.

Mingyu se quejó con él un buen rato sobre aquel comentario, pero Jeonghan lo sé disgustó, él amaba su compañía y la de sus sobrinos. Era de los pocos momentos en su vida en los que podía sonreír y olvidarse de casi todo. O al menos, dejarlo muy atrás en su cabeza.

Comieron y tomaron el postre todos juntos, inclusive les dió tiempo de ver una película. El atesoró cada momento en su corazón, porque los amaba aunque no lo dijera. Al momento en que los mellizos se durmieron, él y Mingyu decidieron tomar un café y charlar de todo y nada a la vez.

— Wonwoo se quedaba hasta tarde hoy, y honestamente no quería quedarme solo con los «retoños».

— Oh, vamos. —Jeonghan rodó sus ojos—. No son tan malos niños.

Mingyu rió. — No claro que no, solo gritan y corren todo el tiempo. Cuando Wonwoo no está, me hacen la vida imposible, no tengo ninguna autoridad como padre.

— Sos un llorón, Mingyu.

Ambos rieron un momento largo, hasta que se miraron con cariño y Mingyu sonrió: — Algunas cosas nunca cambian.

Él suspiró y miró al rededor de su cocina, hasta que sus ojos se detuvieron en la foto de su hijo. — Otras cambian demasiado, Gyu.

Sabiendo lo que pasaría, Mingyu rodeó la mesada y fue a abrazarlo con fuerza. Tratando de alguna manera, de contener todo su dolor, o de absorberlo. Como si eso fuera posible.

— Lo extraño tanto, Gyu. Extraño a mi pequeño. —Sorbio sus mocos mientras se limpiaba las lágrimas—.  ¿Por qué Seungcheol nos hizo esto?

Mingyu acariciaba su pelo mientras se quedaba callado.

— Yo lo amaba y él huyó. —Despues de decir aquello, se recompuso como pudo y se separó de su abrazo—. Lo lamento, Gyu. Ya es tarde, debes volver a casa. —se limpió el resto de lágrimas de la cara y habló antes de que el contrario pudiera refutar—. No te preocupes por mí, estoy bien. Solo tengo que ir a recostarme un poco.

— Jeonghan... —mingyu dudó, no sabía si dejarlo solo era una buena idea—. Está bien, ya sabes que Won y yo vendremos si lo necesitas, ¿Bien?

Jeonghan dió una sonrisa sin mostrar sus dientes, recién ahí su amigo fue consciente de la mirada cansada en su rostro. A su pesar, no hizo ningún comentario, sabía que era lo que menos necesitaba en ese momento.
Jeonghan ayudó a su amigo con sus hijos, y una vez que los cargaron, se despidió de ellos. Un suspiro largo atravesó su cuerpo, mirando como el auto desaparecía en la lejanía. Al entrar en su casa un profundo silencio lo invadió, haciéndolo sentir pequeño y triste.

Juntó todos los trastes sucios, los colocó en la lava platos y terminó de acomodar el living, ya que sus sobrinos habían jugado con los almohadones. Sus ojos inevitablemente fueron hacia el reloj en la pared, había pasado hace bastante el horario de llegada de Seungcheol, por lo que supuso que esa noche sería como las tantas otras.

Una noche con un lado vacío.

Antes de ir a dormir, recogió aquel sobre que estaba suavemente apoyado en la mesita de entrada, llevandoselo consigo. Al caminar a su habitación se detuvo antes de llegar frente a aquella que no entraba en casi un año. Con pesar, avanzó hasta el baño, para asearse y tomar su somnifero. Dejó el sobre que llevaba sobre el borde de la bañera.

Mirando su reflejo no pudo evitar compadecerse, su rostro lucía demacrado, su piel sin vida y seca. Chasqueo la lengua contra su paladar y tomó su pastilla para dormir. Recogió el papel y se lo llevó consigo, abrió el cajón y sacó una pluma.

Extrajo dicho papel del sobre y lo apoyó en su mesita de noche.  Con la lámpara encendida revisó lo que decía una vez más y luego firmó. Sin molestarse en guardarlo en el sobre nuevamente, pues ya sentía el fármaco hacer efecto, apagó la luz y se cubrió con las sábanas hasta el tope. De esa manera no sentía frío.

De esa misma manera también, lloró hasta que se quedó dormido.

Your arms around meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora