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Jeonghan.

La noche estaba fría y estrellada. No sabía exactamente por qué, pero se sentía extraño. Con un ligero sentimiento de esperanza, algo que hacía que su interior estuviese floreciente, quizás era la felicidad por sus amigos lo que hizo que se sintiese así.

Por otro lado, también estaba inquieto, jalando de las mangas de su sacó azul marino, pues le tocaba ser el padrino de bodas de Mingyu. Aunque está era su segunda vez siendo su padrino, todavía tenía miedo de que algo arruinara la noche.

Cuando su hermano menor Hansol le trajo una copa de champagne sonrió agradecido, sin duda aquella copa de alcohol aligeraria su estado de ánimo. Por supuesto, no debía beber de más, no quería ser el causante de un desastre. Por dios, ¡su peor temor!

Dejó la copa en una de las mesas al instante, diciéndose a sí mismo que debía calmarse. Tenía que relajarse, después de todo era un fiesta.

Tomó un etremés de la charola de uno de los camareros y miró a su alrededor, la ceremonia sería allí mismo, algo sencillo. Así es como ellos eran, sus dos amigos más queridos. Él continuó mirando hasta casi atragantarse con el aperitivo.

Seungcheol había llegado.

Y santo Dios, él se veía... Precioso. Casi tanto como aquella vez en que lo conoció. Vio como sonreía a la gente que saluda y algo se calentó en su pecho, hacía tanto tiempo que no lo veía sonreír así. ¿Y cómo podía culparlo por no sonreír? Él tampoco sonreía en aquel entonces.

Cuando sus ojos se encontraron, casi se le fue todo el aliento. Aún más cuando vio a su ex esposo caminar hacia él tan decidido, sin quitarle la vista de encima. Jeonghan no estaba seguro de qué hacer, o incluso qué no hacer. Solo se había quedado impávido mientras el contrario se acercaba a él, hasta que estuvo frente a él.

¡Ahora ambos no decían nada! Solo se miraban, y Jeonghan solo quería que se detuviera porque ni siquiera tragar podía de los nervios.

- Hola.

Seungcheol fue el primero en hablar y en darle una pequeña sonrisa, que mostraba apenas sus oyuelos.

-Hola. -Susurró.

Jeonghan no sabía qué decir, o qué hacer. Él no esperaba sentirse así en presencia de Seungcheol, no esperaba sentirse como un niño. Le recordó a cuando se conocieron.

- Tú... -Vio a Seungcheol dudar y mirar a la demás gente que asistió-. ¿Cómo estás?

Jeonghan se sintió desilucionado, sin saber bien porqué. Se alejó un paso de él, poniendo una distancia segura.

-Estoy bien. ¿Y tú?

Seungcheol frunció su ceño y miró a Jeonghan cuando esté se alejó. - Yo... Lo estoy también.

Jeonghan quería salir de allí, ahora.

- Bien, ah... Iré a ver si Mingyu necesita ayuda.

No pudo terminar de decirlo que ya se estaba alejando del contrario, metió dos dedos en el cuello de su camina y lo estiró, se sentía ahogado. Pasó a los camareros y un par de guardias de seguridad hasta llegar a dónde Mingyu estaba cambiándose, asumiendo que él ya estaría listo.

Golpeó tres veces antes de entrar, encontrándose a Wonwoo con su mejor amigo, besandose en el sofá. Jeonghan arqueó una ceja y Wonwoo le lanzó un almohadón, el cual esquivó.

- ¡No puedes entrar así!

- ¡YO TOQUÉ!

- NO LO HICISTE.

- SÍ LO HICE.

Mingyu que estaba atónito viendo les pelear a gritos casi, se abstuvo de reírse de los dos y los calmó.

- Ya, por favor, no peleen. -Mingyu acarició la cintura de Wonwoo y miró a Jeonghan con una sonrisa. Hasta que se dió cuenta del semblante que traía su amigo, entonces susurró algo al oído de Wonwoo y éste se levantó de inmediato.

- Iré a esperar a mi habitación. -Se despidió de Jeonghan y besó a Mingyu.

Aunque ambos pelearán así, siempre terminaban arreglándose a los segundos, sin darle demasiada importancia a sus propias palabras. Claro, es que ellos nunca se dijeron nada hiriente.
Jeonghan se sentó al lado de su amigo y buscó que este lo abrazara. Mingyu lo hizo sin decir nada al respecto, solo lo sostuvo. Cómo siempre lo había hecho.

- Sabes, desde el orfanato... Tú siempre has sabido cómo calmarme. -Jeonghan sonrió al recordarlo, pensando en aquellos años cuando aún eran unos niños y no sabían nada de la vida-. Recuerdo que pensé en aquel entonces que tú serías quien cuidaría de mí por siempre. -Soltó una pequeña risa-. Sin embargo, los dos conocimos a una persona que nos enamoró en un momento. Y formamos la familia que no tuvimos.

Mingyu seguía callado, sabiendo que no debía interrumpir a su amigo. Él sabía porqué Jeonghan se encontraba así.

- Jihoon...

- Lo sé. -Suspiró Mingyu.

Un par de lágrimas cayeron de Jeonghan.

- Seungcheol... Yo, -se detuvo antes de admitir en voz alta aquel miedo que no quería aceptar que tenía-, lo amo. Todavía lo amo.

Las caricias en la espalda se detuvieron. Jeonghan sintió a Mingyu respirar hondo y este lo sostuvo más fuerte.

- Los dos tuvieron una perdida muy grande, Hannie. -El menor se separó de él para mirarlo a los ojos y tomar su mano-. Sé lo asustado que estás, si aún lo amas, inténtalo. Hannie, debes intentar, porque la vida no nos ofrece segundas oportunidades. -Mingyu le sonrió, una sonrisa que siempre le daba cuando eran pequeños-. Puedes hacerlo, Hannie.

Jeonghan amaba a su amigo. Realmente lo amaba.

- Wonwoo tiene mucha suerte, Gyu. Tiene al mejor hombre que pude conocer. -Tras decir esto, Jeonghan lo abrazó con fuerza y besó su mejilla-. Te quiero, Gyu.

- Yo también tengo suerte de conocer a Wonwoo, Hannie. -Se rió de la muestra de afecto de su amigo-. Yo también.

Jeonghan salió de la habitación decidido. Y como si el destino estuviera a su favor, Seungcheol estaba a su vista, un poco más allá del pasillo hablando con Wonwoo. Parecía más animado, con más color en sus mejillas y cuando lo miró, sus ojos brillaron con algo especial. O al menos, eso pensó Jeonghan.

Seungcheol fue a su encuentro, moviéndose más allá de Wonwoo. Ambos parecían igual de decididos y lo estaban, porque cuando lo tuvo frente a él lo envolvió en sus brazos y hundió su cara contra la curvatura del su cuello.

- Jeonghan. -Susurró Cheol contra su oído.

No dijo nada de regreso, sin embargo, sonrió mientras se fundía en los brazos del contrario. Hundió sus manos en la curva de la espalda y sus dedos arrugaron un poco la camisa que Cheol llevaba puesta.

- Yo...

Negó varias veces y se separó lo necesario para poder mirarlo.

- Debemos hablar, pero por ahora no digas nada. Solo... -Jeonghan no podía despegar sus ojos de los ajenos, no había malinterpretado aquel brillo que vio en ellos. La única razón para no verle a los ojos, fue que comenzó a desear que su ex esposo lo besara-. Bésame, por favor.

Seungcheol sonrió. - Toda la vida, mi amor.

Jeonghan sabía que debían arreglar muchas cosas juntos, que tenían heridas que sanar. Que ambos debían ocuparse de sus propias felicidades, y quería compartir su felicidad con él. ¿Lo más importante?

Sabía que Seungcheol estaría a su lado, confiaba en él. ¿Cómo lo sabía? Porque hay cosas que se transmiten más que con palabras.

Your arms around meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora