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Jeonghan.

Se despertó con el ruido de platos siendo puestos en la mesa, automáticamente frunció su ceño. Miró al costado de su cama, el lugar que Seungcheol solía ocupar estaba casi sin desarmar, por lo que entendió que probablemente alguno de sus dos amigos estaba abajo preparándole en desayuno.
Su sorpresa casi le deja paralizado cuando ve a Seungcheol cocinando después de tanto tiempo, está tan sorprendido que no hace ni un solo ruido mientras le observa moverse en la cocina haciendo el desayuno. No estaba seguro de qué significaba aquello, por lo que cuando Seungcheol lo vio y le sonrió, quedó aún más en shock. Despacio y con cautela, se adentró a la cocina.

— ¿Te desperté? Lo siento, no quería hacer ruido.

La voz saltarina de Seungcheol con un rastro de alegría era algo que no escuchaba en mucho tiempo. Se quedó mirándolo un momento, claro que el contrario también lo miró, se sintió tan extraño para él. Fue un momento en el que parecía regresar en el tiempo, a cuando se miraban con tanto amor y cariño, cuando su amor era floreciente. Tan puro. Sin muchos daños ni cicatrices.

— Qué... —tardó unos segundos en seguir con lo que iba a decir—. Seungcheol, qué es esto.

— Un desayuno.

Jeonghan estaba seguro de que no quería tener que batallar con lo que sea que le estuviera pasando para comportarse de esta manera, en especial porque era peligroso. ¿Acaso el contrario se había vuelto loco?

— Firmé el papel de divorcio.

Soltó en un arrebato, queriendo que lo que sea que Seungcheol estaba haciendo, parara. Quería que se detuviera.

— Lo sé, lo ví ayer a la noche.

Sorprendido y en silencio, Jeonghan tuvo que tomar asiento para procesar qué diablos pasaba.

— Entonces, volviste anoche. —Dijo con amargura, él sabía perfectamente lo que su ya ex marido hacía.

Seungcheol decidió dejar el desayuno apagado en la estufa y se lavó las manos, tomó un trapillo para secarselas mientras buscaba un asiento frente a Jeonghan.

— Volví, sí. Le dije a Joshua que estaba acabado.

Jeonghan rió sin gracia. — ¿Qué es esto? ¿Acabas con tu amante, me lo dices y mágicamente preparas el desayuno para mí? —Jeonghan estaba a segundos de mandarlo a la mierda, incluso tenía ganas de golpearlo—. Y, por favor, no vuelvas a decir su nombre.  No en mi casa.

Seungcheol retorcía sus manos, a sus ojos parecía que no sabía cómo abordar lo que quería decir y eso a Jeonghan le daba ansiedad. Estrés.

— Yo... —penso en el pequeño que habían tenido juntos una vez y sus ojos se inundaron en lágrimas imposibles de detener—. Lamento, lamento haberte dejado solo para afrontar la muerte de Jihoon. Lamento huir. Discúlpame, por favor.

Jeonghan se sorprendió una vez más y sus emociones afloraron como una cascada, comenzó a llorar allí mismo.

—Era mi hijo. Era mi hijo.

Seungcheol lo miraba llorar mientras él mismo lo estaba haciendo también, tratando de formular palabras que salían ahogadas.

— Lo sé, también era mi hijo. —Seungcheol estiró su mano para tomar la suya.

Jeonghan hipo y negó varias veces, no lo miraba. No podía.

— No puedo hacer esto, no contigo. —Trató de limpiarse las lágrimas y aclarar su garganta—. Esto está roto, Seungcheol.

— Podemos arreglarlo, podemos. —La desesperación era palpable en la voz del contrario.

— No puedo verte y pensar en él, en todo el odio que te tengo porque en lugar de quedarte y hablar conmigo sobre la muerte de Jihoon, preferiste irte con él. —Se limpió la nariz con la manga de su camiseta—. Y mierda, yo tampoco estuve bien encerrandome en mí mismo, pero... carajo, Seungcheol. ¡TE NECESITABA!

Jeonghan vio a su esposo llorar en silencio, quizás como nunca lo había visto antes. Él también tenía su corazón hecho pedazos.

— Necesito que lo firmes, Seungcheol. Los dos lo necesitamos.

«1 semana después.»

Jeonghan subió sus maletas al taxi, estaba terminando de cargarlas cuando Seungcheol ayudó con ello. Le dió una pequeña sonrisa mientras guardaba las manos en sus bolsillos, el taxista ya estaba subido al coche y esperaba que él lo hiciera también. Cuando Seungcheol cerró el portaequipaje, supo que debía despedirse.

Se miraron por un momento, Jeonghan vio cómo su ex marido lo miraba con amor, con demasiado amor. Tanto como él aún guardaba en su interior.

Avanzó los pocos pasos que los separaban y envolvió a Seungcheol en sus brazos, dándole un abrazo cálido. Cerró sus ojos mientras disfrutaba del cálido cuerpo de su ex esposo, de esa calidez que siempre le proveyó siendo él tan friolento.

— Te amo, Jeonghan.

Sintió el susurro contra su cuello y los labios del contrario depositando un beso allí mismo.

—Yo también te amo, Seungcheol.

Con más fuerza de voluntad de la que le hubiera gustado admitir, Jeonghan abandonó aquellos brazos que lo sostuvieron tantas veces y subió al taxi sin mirar atrás.
Sabía que si lo hacía, el dolor en su pecho se haría más grande. Ya había suficiente dolor en ambos y entre ambos. No necesitaba más.

Your arms around meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora