<<Los demonios de mis vecinos>> y <<Un Cuerpo>>

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Los demonios de mis vecinos:



"Hicieron un exorcismo", fue lo primero que pensé. Todo sucedió en la casa de mis vecinos. Como tres semanas atrás me había enterado que el hijo menor de mis vecinos había caído enfermo. Después de unos días de internación en el hospital lo trajeron para la casa, aunque no había mejorado.

Como mi vivienda está muy próxima escuchaba perfectamente lo que pasaba en la de al lado. Todas las noches había gritos, y aquella voz no se parecía a la del niño ni a la de ninguno de los integrantes de la familia. Cuando no insultaba agresivamente decía cosas que no se entendían, parecía hablar una lengua extraña. Pero creí que solo se trataba de problemas de salud, tal vez ataques de nervios. Un día, al salir al patio, vi que al lado llevaban entre dos a un cura, pues este apenas podía caminar. Uno de los hombres era mi vecino. Después de dejar al cura debilitado en una camioneta atravesó el patio sin notarme, estaba visiblemente nervioso. Ahí fue cuando se me ocurrió lo del exorcismo. Como los gritos nocturnos no pararon era lógico pensar que había fallado. Con el pasar de los días mis vecinos estaban cada vez más ojerosos, lucían cansados, y noté que trataban de evitarme, seguramente porque era obvio que yo escuchaba los gritos que venían de su hogar. También dejé de ver a los hermanos del afectado, seguramente no los dejaban salir, supuse.Una noche, ya de madrugada, golpearon frenéticamente la puerta. Era mi vecina: - Discúlpeme por despertarlo, Edgar -me dijo-. Mi esposo no está y no tengo quién me ayude. Franco, el menor, está bastante enfermo, y, salió de su dormitorio y no quiere volver a él. Mis otros hijos no pueden, Franco es fuerte, y él... él no reconoce a nadie cuando anda nervioso, es un problema que tiene. Le pido por favor que me ayude. - Sí, por supuesto. Vamos -afirmé, aunque por dentro maldije mi suerte. ¿Y si realmente aquel niño estaba poseído? Al pensar en sus hermanos indefensos y en aquella pobre mujer tomé coraje de repente. Entramos a la casa y lo hallamos intentando forzar la puerta de un cuarto. Tras esa puerta estaban sus hermanos. Al advertirnos me miró y sonrió diabólicamente. Nunca olvidaré aquella sonrisa retorcida que mostraba unos dientes ensangrentados con su propia sangre. Su aspecto era increíble. ¿Cómo una carita tierna podía transformarse así? No me quedaron dudas: estaba poseído. Cuando me acerqué intentó huir pero lo tomé por debajo de los brazos. Intenté ser delicado, pero tenía tanta fuerza que para someterlo tuve que usar toda mi energía. Chillaba y pataleaba, sus talones golpeaban mis piernas, intentaba arañarme con sus manitas... Después de una verdadera lucha conseguí llevarlo al cuarto, y con la ayuda de mi vecina lo amarramos a la cama. - ¡Muchas gracias! -me agradeció-. Mi esposo ya debe estar por venir, él va a traer ayuda. Gracias. - De nada. si quiere me quedo hasta que venga. - No, ya ayudó bastante, gracias, en serio. Al pasar frente al cuarto de los otros niños noté que ella miró muy preocupada la puerta, y la tanteó para asegurarse que estuviera cerrada. ¿Qué pasaba allí, no iba a fijarse si sus otros hijos estaban bien? Le iba a decir algo cuando del cuarto aquel brotaron unos gritos que me erizaron la piel. ¡Ahora los otros también estaban poseídos! Eran tres, y sus gritos me ahuyentaron de la casa. La mujer esperó a su esposo en el patio. Yo quedé en el mío. No pensaba volver a acostarme esa noche. No mucho después llegaron varios vehículos, y bajaron de ellos unos monjes que vestían hábitos largos; también llegaron otras personas que no sé si eran curas. Entraron al hogar, aumentaron los gritos, y luego fueron sacando a los niños. Pude ver que les habían colgado unas cruces enormes en el cuello, y ahora los niños parecían paralizados. Cuando se fueron todos la casa quedó vacía. Unos días después vino un camión de mudanza y se llevaron todo. Nunca más supe algo de mis vecinos, aunque a veces creo oír voces que vienen de su casa. 



Un Cuerpo:



La morgue estaba repleta. Cubiertos por sábanas algunos, dentro de bolsas plásticas otros, los cadáveres cubrían casi toda la superficie de la sala. También había uno en la mesa de autopsias, y el doctor López se disponía a examinarlo, pero algo que divisó de reojo lo hizo girar rápidamente la cabeza. Una sábana se iba elevando a medida que un cuerpo se erguía hasta quedar sentado. López quedó inmóvil. Muchas veces vio un cuerpo moverse, pero no de aquella forma. Después de un instante de azoramiento, fue hasta el cadáver que se había sentado de pronto y le quitó la sábana. Era el cuerpo de un hombre, tenía los ojos abiertos y ya lucían opacos. Los primeros signos de descomposición comenzaban a evidenciarse, por lo tanto López descartó que estuviera vivo.De pronto el cadáver pareció aflojarse y cayó hacia atrás quedando nuevamente tendido. Aquello sí que era raro. El doctor lo volvió a cubrir. "Que espasmo muscular tan particular", pensó "Si estuviera aquí algún practicante se llevaría un buen susto". pero un instante después el que se llevó un susto fue él. El cuerpo que estaba en la mesa de autopsias había levantado levemente la cabeza y lo miraba. Luego de un instante la cabeza cayó pesadamente sobre la mesa. López se acercó con prudencia y dudó varias veces antes de examinarlo. Sin dudas estaba muerto. ¿Qué pasaba allí? Al observar la sala notó que otro cuerpo se movía. Nuevamente, tras un momento de actividad inusual quedó inerte, como si la energía que lo animaba lo abandonara de golpe. Ahora López miraba hacia todos lados ¿Qué muerto se movería ahora? Detuvo su mirada en una especie de humo que formaba un contorno humano no muy bien definido. La figura espectral avanzaba entre los muertos y desapareció al atravesar una pared, dejando en la sala a un López terriblemente asustado. Al reponerse un poco, se quitó los guantes, los arrojó descuidadamente y se lavó apresuradamente las maños mientras miraba sobre su hombro. Tenía que marcharse de allí lo antes posible. Las piernas le temblaban. Salió al corredor caminando lo más rápido que podía y, en su apuro casi chocó con un hombre que se iba prendiendo la camisa. El hombre lo miró y sonrió extrañamente, para luego saludarlo con un gesto y seguir su camino. Detrás del tipo corría un doctor, y al ver que no lo iba a alcanzar se detuvo y gritó: - ¡Señor! ¡No se vaya aún! ¡Tenemos que hacerle algunas pruebas...! -pero era inútil, el sujeto se marchó sin voltear-. Increíble, se fue -dijo el doctor dirigiéndose a López, y seguidamente le preguntó-. ¿Usted lo conoce? Vi que el tipo lo saludó.- No... no lo conozco -contestó algo inseguro López, pues aunque no recordaba la cara del tipo, de alguna forma sentía que lo había visto antes. - Ingresó con un paro cardíaco -le informó el colega-. Intentamos reanimarlo pero no pudimos, y cuando lo iba a declarar muerto, se levantó como si nada y ya ves, se marchó. Al escuchar aquello, conjeturó rápidamente, recordando detalles de lo que acababa de sucederle en la morgue y en aquel pasillo, que lo que andaba recorriendo la morgue buscaba un cuerpo fresco, sólo logrando reanimar a medias a los que no lo estaban, pero al buscar en otro lugar halló a uno, y al marcharse en su cuerpo nuevo cruzó por él y le sonrió.

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