CAPITULO 3 : EL DIABLO MISMO

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Voldemort caminó hacia el par de mujeres con gracia, él era una tormenta caminante disfrazada.
Llevaba una túnica verde esmeralda larga y profunda que se arrastraba por el cemento detrás de él, pero sus pies descalzos se veían desde el fondo. Sus penetrantes ojos azul hielo miraron profundamente a las chicas mientras se acercaba, estudiándolas.

Madame Buckshire rápidamente se inclinó ante el Señor, agachando la cabeza hacia abajo. Hermione se quedó quieta, ya que no creía que él siquiera mereciera ese nivel de respeto de ella, sin importar cuán valiosa fuera para él.

--- Arriba, mujer estúpida antes de darte de comer a Nagini para el desayuno --- le escupió con una sonrisa diabólica, lo que hizo que sus piernas temblaran mientras ella levantaba su cuerpo de nuevo.

Nagini se deslizó alrededor de Voldemort, su cuerpo abrazando su figura desde abajo, permaneciendo cerca de él. La serpiente siseó a la sanadora, haciéndola temblar aún más.

Madam Buckshire se aclaró la garganta y se cepilló su delantal color mostaza, con este espantoso suéter floral debajo.

Su piel palideció y sus labios perdieron su color, volviéndose de un tono de coral extremadamente claro. Hermione pudo escuchar su respiración estremecida mientras se reconstruía a su lado.

--- Mis más sinceras disculpas, mi Señor, traje sangre sucia según su orden --- ella respondió, su voz temblando tanto como sus piernas.

Hermione estaba tratando con todas sus fuerzas de no reírse mientras Madam Buckshire le hablaba, tratando de ocultar su miedo.

--- Muy bien, ven, sangre sucia. Hoy necesito tu experiencia y en cuanto a usted, Madam Buckshire --- se burló de ella, hablando una respiración superficial y endureciendo su cuerpo

Ajustó su postura y miró a la mujer con una mueca, deslizando su varita fuera de su túnica y moviéndola levemente apuntando hacia la sanadora, emitiendo una luz roja intensa y brillante --- Crucio --- la mujer de mediana edad se derrumbó ante los ojos de Hermione, gritando de dolor. Hermione la miró fijamente, sin piedad, sin nada, sus ojos vacíos eran casi tan dolorosos como la maldición que Voldemort acababa de infligir a la sanadora, su cuerpo se retorció de forma poco natural, y sus ojos se pusieron en blanco hacia la parte posterior de su cabeza. Hermione miró con curiosidad, su mente volando con los sueños que emanaban de la boca de Madam Buckshire.

--- Si te encuentras incapaz de seguir órdenes, estoy seguro de que te encontrarás en el mismo destino --- Voldemort le dijo a Hermione, devolviéndola a la realidad, sus labios se curvaron en una sonrisa malvada. La miró fijamente por un momento, teniendo que apartar la mirada de Madam Buckshire en el suelo a su lado, sus ojos llenos de lágrimas de dolor.

Si la sanadora no fuera tan perra, Hermione podría haber sentido una pizca de lástima, pero su alma estaba entumecida.

Hermione respiró hondo, mientras arrastraba sus zapatos por el suelo, girando su cuerpo para enfrentar la forma en que se encontraba el Señor Oscuro. Dejando escapar el aliento, comenzó a seguirlo. Mientras ambos se alejaban, no tuvieron ningún problema en dejar a la curandera en el cemento, gimiendo mientras ella se acurrucaba en una bola apretada, llorando en silencio en sus brazos. Los ecos de sus sollozos se volvieron más y más silenciosos, y finalmente se desvanecieron en la nada.

Ambos caminaron por un pasillo largo y oscuro, con múltiples retratos vacíos colgados en las paredes de ladrillo. El olor rancio inundó toda la cámara, y el aire húmedo se sentía como si se estuviera tragando a Hermione entera. No importaba cuánto tiempo caminara por los mismos pasillos que habitaba el Señor Oscuro, todavía se sentía como una vida antes de que llegaran a donde tenían que estar.

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