☆ 𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕 ☆

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Los días restantes para que se cumplieran las cuarenta semanas, fueron más que tardías para Monzón, quien fue dado de alta unas semanas antes de que su bebé pudiera volver a sus brazos. Y cuando por fin la tuvo consigo, no dejó que nadie más la tocara o se le acercara, ni Tiago quien se había ganado el título de padre de la criatura, dejó que la viera de cerca.

Aunque ese comportamiento tan instintivo y sobreprotector por parte del peliblanco no duró demasiado tiempo, ya que este volvió hacer el mismo de siempre. Pero no sin antes pasar una pequeña temporada dominado por su instintos, al aislar a su pequeña para sí mismo, la cual era su viva imagen en carne y hueso.

Algo que lo hacía sentir más que tranquilo, porque no deseaba ver ninguna característica física de Spallatti reflejado en su niña, aunque sabía que este tenía el mínimo derecho de verla alguna vez, pero eso sería para algo a tratar después...

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—Yo sigo pensando que esto es una mala idea. — Monzón se queja, sosteniendo cálidamente entre sus brazos a su pequeña Diana, siendo este el nombre que había escogido para su nena.

—En primer lugar, esta fue tu idea. — Paulo le recuerda al contrario, mientras le pasaba un biberón al peliblanco.

—¿No está tan caliente verdad? — Mauro consulta, comprobando que el contenido de la botella estuviera apto para la bebé.

—Por supuesto que no lo está. — Londra responde con cierta indignación.

—De acuerdo, más te vale que sea así. — el ojiverde murmura, al mismo tiempo que empezaba a darle de comer a su niña.

—Mauro, no te preocupes que todo esto va a salir bien. — Tiago le dice a su pareja, quien solo suspira con nerviosismo. —Tus viejos van a entender el porqué los estuviste esquivando todos estos meses. — indica, siendo el motivo por el cual Monzón se encontraba demasiado preocupado.

—Es que siento que me van a odiar por haberles ocultado un secreto como este. — el ojiverde comenta, observando de reojo a su bebé, quien solo es capaz de quejarse un poco en voz alta. —Ya mi amor, que vos no tenes la culpa de nada, mi vida hermosa. — dice, colocando rápidamente a la nena sobre su pecho para que se calmara, dejando de lado el biberón.

—Pero ellos ya vienen para acá, así que no podes hacer nada para arrepentirte. — esta vez es Lombardo quien se dirige a Monzón.

—¿Y qué tal si nos escapamos todos? — Mauro sugiere, obteniendo una negación de parte de los contrarios. —Cagones. — se queja malhumorado, murmurando un par de maldiciones en voz baja, al haber sido tan pelotudo por querer revelarles la verdad a sus viejos.

Quién en todo este tiempo habían perdido el contacto con su hijo, ya que este no deseaba que ninguno de los dos se diera cuenta de su estado, algo que parecía ser imposible de lograr desde un principio. Pero Monzón se las terminó ingeniando para no ver a ninguno de sus progenitores, quienes en su momento se preocuparon por el extraño comportamiento de su hijo.

Aunque al final pensaron que solo estaba atravesando una etapa nada más y no que les estaba ocultando su embarazo y que ahora que por fin había tenido a su bebé, tenía las agallas suficientes como para poder verlos a la cara y decirles todo lo que había ocurrido estos últimos meses.

—Ay no. — Monzón se queja, al escuchar el timbre sonar. —Yo no sé ustedes, pero Diana y yo nos vamos del país ahora mismo. — dice queriendo levantarse e irse de ahí, pero una seria mirada de parte de Londra y Pacheco le hacen quedarse en su lugar. Aunque también tenía encima la de Lombardo, pero este solo lo observa con cierta diversión por su comportamiento.

|| 𝙏𝙚 𝙣𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙩𝙤 :  𝕵𝖎𝖆𝖌𝖑𝖎𝖙 : FINALIZADA  || ✅✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora