Luz, serenidad y silencio.
Así se sentían las calles a estas horas de la noche. Ya empezaba a ser un poco tarde y la población comenzaba a disminuir por apenas las dos cuadras que habíamos pasado. Las noches se hacen más bonitas cuando lo único que reina son los postes de luz iluminando la pista, la serenidad ante la ausencia de personas, y por supuesto, el maravilloso silencio que alberga.
Conocer a este chico se sentía igual: Un rayo de luz, sereno y un silencio cómodo.
Por mi mente, ni siquiera pasó la idea de que tuviera auto, es decir, caminaba por un puente en lugar de conducir debajo de uno. Pensé que me acompañaría caminando, no que me llevaría en su coche, pero fue hasta que llegamos a un estacionamiento cuando sacó sus llaves para presionar el botón de abrir las puertas, que me di cuenta.
¿Dudas? Claro que lo tuve. Ahí si no iba a poder correr en caso viera algo sospechoso, pero me salvó una vez, creo que le debo confianza por haberlo hecho.
—Entonces Caitlyn... ¿Cuánto años tienes? —pregunta girando el volante en una esquina hacia la izquierda.
—Quince —afortunadamente la calle se encuentra tan vacía que le permite girar su cabeza libremente en dirección a mí por unos largos segundos para expresar su sorpresa.
—¿Y enserio ibas a perderte las cosas buenas de la vida? —vuelve su vista a la calle.
—Sí...—murmuro en forma de desgracia —Ya no me lo recuerdes —tomo una bocanada de aire para liberarlo en un suspiro —Ahora tendré que vivir con el recuerdo de que estuve a punto de hacerlo, y peor aún, luchar contra eso —llevo mi mano a mi frente.
—Bueno... —murmura y carraspea —Sería lógico que el recuerdo vuelva a ti. De por sí, inconscientemente llegamos a ser un poco masoquistas en algún momento de nuestras vidas al recordar cosas del pasado que nos hicieron daño o nos marcaron mucho, pero se puede aprender a no volver tomar las mismas decisiones —giro mi cabeza hacia él. Esbozo una sonrisa de medio lado.
—Y usted... señor sabelotodo ¿Cuántos años tiene? —apoyo mi codo en el pequeño espacio firme que hay debajo de la manija.
—Quince —vuelve a mirarme agregando una sonrisa a boca cerrada.
—Quince y vas por las calles manejando sin licencia de conducir ¿Eh?
—Por eso lo hago de noche y por las calles en donde no pasan muchos autos, sin personas y libre de policías —sin personas. Inevitablemente mi mente viaja al suceso de ese día —Ehm... estoy conduciendo sin saber a dónde ir ¿Me darás la dirección de tu casa?
Mis ojos se abren de par a par.
¡Cierto!
¡Mi casa!
Mierda ¿En qué estaba pensando? Claro que es el lugar a dónde debo volver, pero no así, no mientras toda yo huela a alcohol.
Dije que saldría a pasear un rato. Mi papá estaba concentrado en sus cosas, que no me prestó atención, en realidad nunca lo hace. Por otro lado, mi mamá estaba con Brooke distrayéndola del interés inexistente de mi padre para que pueda ser feliz en su mundo infantil al jugar con ella y no preguntar por mi papá cuando está en casa y no con nosotras.
Mi madre sabe la tortura que es para mí estar dentro de casa cuando mi papá llega. Es por eso que me deja salir con libertad para alejarme del ambiente.
Niego con la cabeza volviendo a Ashton.
—No podemos regresar a mi casa.
—¿Por? —arquea una ceja al mantener su concentración sobre la pista.

ESTÁS LEYENDO
Caitlyn (NEUSN #0)
Novela Juvenil¿Alguna vez se han preguntado por qué somos lo que somos? ¿Por qué tomamos decisiones que no nos llevan por buen camino? ¿Por qué nos abandonamos a nosotros mismos perdiendo todo tipo de esperanza? Pasa que cuando todo en tu vida es oscuridad y ape...