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Me quedé quieta en mi lugar. ¿Qué carajo acaba de hacer?

Mis ojos se humedecieron al instante, todas las personas presentes, que ahora tomo consciencia de que son bastantes, incluyendo guardias, médicos, enfermeros y... Aden, tiene. su atención plenamente sobre nosotros.

Llevé mi mano a mi mejilla, donde el ardor evocaba en comezón. Esteban retrocedió un paso y su expresión de furia, disminuyó por un milisegundo, como si sus nervios no le permitieran comprender qué había hecho, pero en cuanto lo supo, se sintió culpable por... por una fracción de segundo. Luego, volvió a verme con rabia, dando otro paso pero con muchísima menos seguridad.

—¡Renoir...—Exclamó con autoridad pero, aquella se iba disipando con cada segundo que pasaba. Así que se quedo callado, incapaz de decir algo. Su furia entonces, fue dirigida hacia otra persona. —Tú, —Rugió, pasando por mi lado, empujándome al hacerlo. —Te dije que no te acercarás a mi nieta.

Aden se quedo de pie. No logre comprender o, descifrar su expresión. Ignoro por completo a Esteban y me vio con frialdad pero preocupado a su vez.

—Rae. —Pronunció mi nombre viéndome a los ojos. Entonces Esteban le dio un empujón por los hombros.

Aden, enfrentó a mi abuelo, la situación era tan jodidamente tensa que no lograba comprender qué sucede. Solo sé que el castaño no tiene miedo de mi abuelo, y lo deja en claro por la forma intimidante en la que se plante frente a él, mirándolo desde arriba, aunque tengan la misma altura.

Hay demasiada furia e intensidad.

No puedo atreverme a decir nada porque, aquella bofetada, aún me duele, y es un dolor más emocional que físico.

—Eh, eh. Tranquilo con mi chico. —Intervino Marek.

Por primera vez, veía a ese hombre en un estado de ánimo que no fuera positivo. Se posó entre mi abuelo y Aden.

—Pues entonces hazle entender de una maldita vez que ya no puede acercarse a Renoir. —Vociferó Esteban con tantísima rabia que por un momento, su acento francés volvió.

Continuaron discutiendo y todo parecía estar en cámara lenta. Todo era demasiado para mi. Mi mejilla ardía al igual que mis traumas y, los pantallazos de viejos recuerdos sintiéndose en carne viva, como si pudieran volver a ser en el presente. Eso es, una fusión del pasado y el presente con recuerdos tan extraños que parecen poco reales, parecen haber sido recientemente subplantados en mi mente y no lo comprendo.

Solo quiero ir a casa pero, ¿cual es mi casa?
Quiero ir con mi familia pero, ¿me queda algo? Creo que ya no. Ya no tengo nada.

Mamá, está muerta. Papá, esta muerto. Noah...

—¡Ya basta!—Grité con todas mis fuerzas.

Las lágrimas rodaban por mis mejillas si cesar y mi garganta agonizaba con el nudo que se había formado en ella.

Esteban, Marek y Aden voltearon hacia mi.

Un sollozo mudo escapó de mi boca y la cubrí con mis propias manos. Alterné mi mirada específicamente entre Aden y Esteban.

La angustia en mi pecho, creí que ella acabaría conmigo. Esteban vino detrás de mi, cuando entré al hospital.

—Nos iremos a casa. —Fue lo único que dijo.

No le dirigí ni siquiera la mirada. Al llegar a casa, Milo vino corriendo hacia mi y dio ligeros sollozos, buscando afecto de mi parte. Le di lo que pude pero ya ni siquiera contaba con ganas de vivir.

Pose mi mano sobre el barandal de la escalera con la intención de subir a mi cuarto, cuando Esteban se aclaró la garganta, en busca de mi atención.

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