Estαs hıstorıαs tıenen de protαgonıstαs α los chıcos de bαngtαn es solo por dıversıon ч pαrα entretener.
● 𝐑𝐞𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐲𝐨𝐫𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐚𝐜𝐚𝐝𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐓𝐮𝐦𝐛𝐥𝐫, 𝐜𝐫𝐞́𝐝𝐢𝐭𝐨𝐬 𝐚 𝐬𝐮𝐬 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐫𝐞𝐬...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jin estaba caminando por la cocina, ocupado preparando el desayuno, pero cuando escuchó tus palabras, se detuvo en seco de inmediato. Esperaste pacientemente su respuesta y observaste su reacción.
El plato de comida que tenía en la mano empezó a temblar como una hoja y tus ojos lo captaron. Jin ni siquiera estaba parpadeando. De repente, la delicada cerámica se rompió y todo cayó al suelo. Saltaste cuando los fragmentos se agrietaron y Jin soltó el que le quedaba en la mano. Se quitó el delantal y lo arrojó sobre el taburete de la cocina. Su mirada se encontró con tus ojos.
"Límpialo", ordeno con amargura. Tus labios se separaron cuando otro lado de él entró en visión. Un lado del que vislumbraste pero nunca lo habías visto en su totalidad.
"¿Eres sorda? ¿No me escuchaste, princesa?" Jin repitió mientras se dirigía hacia ti. Ni siquiera pudiste encontrar la fuerza para retroceder. Jin se elevaba sobre ti con tal poder que querías acobardarte y arrodillarte. Se te llenaron los ojos de lágrimas pero no te permitiste parpadear, solo mira hacia abajo.
"Mírame", escupió sin previo aviso y levantó tu barbilla. "Limpia el maldito desastre que hiciste, princesa, y luego ve al dormitorio si sabes lo que es bueno para ti."
Las lágrimas cayeron por tus mejillas cuando Jin pasó junto a ti y desapareció en el pasillo. Te temblaban las manos y tu nuca estaba empapada de sudor. Te arrastraste al suelo y recogiste los fragmentos y la comida, limpiando tan rápido como nunca antes. Tus lágrimas empapaban el suelo porque no podías entender qué tenía de malo pedir ver a tus padres.
Cuando terminaste, diste pequeños pasos hacia el pasillo y llegaste a la última habitación: el dormitorio. La puerta estaba entreabierta pero no se veía nada. Sin embargo, sabías que si no ibas como Jin ordenó, las cosas empeorarían aún más.
Empujaste lentamente la puerta del dormitorio para abrirla, pero nada fue diferente. Jin tampoco estaba por ningún lado. Al menos hasta que entraste unos pasos en el dormitorio y su agarre te atrapó contra su pecho. Luchaste pero estabas indefensa contra su bloqueo sobre ti. Todo lo que podías ver era una cosa de cuero brillante que tenía en la mano: un cinturón. Tus silenciosos retorcimientos se convirtieron en fuertes gemidos al ver la cosa y comenzaste a hiperventilar, pero a Jin no le importaba nada. Te hizo recostarte sobre su regazo y te golpeó varias veces.
