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¡Muchas gracias a la gente que deja comentarios y sigue la historia!

Disclaimer: The PowerPuff Girls o cualquier personaje de esta historia no son de mi propiedad.

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Bostecé por tercera vez. Era un lunes por la mañana... bueno, quien dice mañana dice las 1:30 pm. Mis asquerosos hermanos me habían levantado para limpiar toda la casa mientras ellos no estaban ahora que yo no tenía trabajo ya que lo perdí cuando mi jefe descubrió que le escupía en su café de todos los días.

Me llegó un mensaje de Mitch en el cual me decía que nos invitaba a comer para celebrar que se iba de vacaciones un mes entero, por lo que en esos momentos me encontraba por las calles de Townsville rumbo a la casa de las apestosas de las Powerpuff girls con la intención de recoger a la morena de las hermanas e irnos a nuestro destino.

Mientras caminaba pensaba en que ya había transcurrido un mes y medio entero desde que decidimos entablar una especie de relación amistosa con nuestras enemigas. A decir verdad, yo no lo estaba llevando del todo mal pues la chica ruda era más parecida a mi de lo que pensaba. Teníamos gustos parecidos y porqué mentir, cada vez que salíamos era el día de nuestras vidas. Creo que a estas alturas podría considerarla mi... amiga, claro, dentro de lo que conlleva esta relación y eso es, en efecto, matarla por propio beneficio al final.

Y así, perdido entre mis propias divagaciones, me paré delante de la puerta de aquella casa bastante alejada de la ciudad para desgracia de mis pobres pies. Toqué un par de veces para escuchar una voz que provenía del interior. Escuché pasos acercarse y torcer la llave en la cerradura. Ante mí se presentó una bella pelirroja de envidiables atributos.

—Ah, buenos días Butch. —me saludó con una leve sonrisa dibujada en esos labios carnosos y apetecibles.

—Buenos días, preciosa. —le respondí el saludo con mi típica sonrisa coqueta, que pocas veces falla, y tomé una pose mas despreocupada apoyando mi peso en el larguero de la puerta.

—Eh... sí, hola. —Alzó una ceja y dio un paso para atrás cuando mi cara quiso acercarse más a ella. —Acabo de llegar ahora mismo a casa ¿te puedo ayudar algo?

La vi dejar una mochila sobre la encimera y me invitó a pasar, yo sonreí al darme cuenta de que nos encontrábamos solos en aquella sala. Retomé la cercanía anterior, pero ella volvió a echarse para atrás.

—Tal vez sí puedas ayudarme en algo... —hice un movimiento sensual con las cejas y me mordí el labio levemente mientras mi mirada recorría su esculpido cuerpo ¡Diablo, esta chica si que estaba para mojar pan!

—S-si buscas a Buttercup... ella ahora mismo no está aquí. —tartamudeó un poco y sus mejillas se colorearon de rojo levemente causándome una enorme ternura. Pero enseguida fruncí el ceño al concentrarme en sus palabras.

—¿No está? —pregunté con obvio disgusto. Ella negó con la cabeza. —¿Y no sabes donde la puedo encontrar? —ya estaba dando unos pasos fuera de la casa, enojado porque tuve que caminar hasta aquí para nada. Me paré en el umbral de la puerta al escuchar su respuesta.

—Claro, la puedes encontrar en el instituto.

La miré extrañado sin entender porqué tendría ella que estar ahí.

—¿Pero... vosotras no tenéis 18? —juré por todo lo divino que se me revolvió el estómago cuando pensé que podría haber estado coqueteando con una menor. Pero eso... siempre tuvimos la misma edad ¿no?

—Ajá.

—¿Y que se supone que hace en-

—Ya te dije donde esta, así que, por favor, vete. —sus ojos eran ocultados por su flequillo y su voz firme me hizo callar y no preguntar nada más. Sin darme cuenta me había cerrado la puerta en las narices.

Condenados por el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora