Hilo Rojo

Gerard

Dedicado a Jetblacklola

Parte 1:

Gerard era esa clase de chicos que te hacían un lío en la cabeza y un revoltijo en el estómago, y no en el mal sentido, sino en aquél que te confundía al punto de sentir que una sonrisa suya era casi un premio, un premio que yo me sentía perdedor por no haberlo ganado aún, y aunque llevaba dos años con mi novia, la chica que creí era el amor de mi vida, mi mente estaba siempre en esa sonrisa que mostraba unos pequeños dientes y esa nariz perfectamente respingada ¡Oh! Y como olvidar sus hermosos ojos de un color tan peculiar como el de las esmeraldas. Gerard siempre estaba rondando en mi cabeza aún que no lo quisiera.

Él no era como los típicos chicos queridos por todos y populares, con bronceado extravagante y un rubio platinado, no, él era todo lo contrario, su piel era tan blanca como la leche, su cabello era de un tinturado negro azabache, melena completamente alisada y cubriendo su rostro, siempre vestía con jeans vaqueros, muy ajustados, converse negras y un polerón negro de alguna banda, con la capucha siempre puesta, aún así, era igual de querido y deseado, porqué tenía un carisma y un ángel único, te sonreía por las mañanas y te saludaba como si fuera a ser el mejor día de su vida.

Definitivamente él era esa clase de chicos que te hacían suspirar por los rincones o a vista y paciencia de todos, y no te daba vergüenza hacerlo, porqué sabías que el de al lado también lo hacía.

Esa mañana en la escuela decidí atreverme a ir más allá, porqué los rumores decían que Gerard estaba perdidamente enamorado de un chico que aún era un misterio, y aunque sabía que no podía ser yo, debía descubrirlo de alguna u otra forma. Y dentro de la escuela sólo había dos personas que podrían saber quién era el "chico misterioso", y esos eran Bert McCracken y Quinn Allman, los mejores amigos de Gerard.

Mis posibilidades estaban dentro de dos opciones: Una era hablarle a Bert, un chico de pelo largo, mal cuidado y un aspecto algo grunge, el cual sabía que sería una perdida de tiempo porqué pasaba la mayoría del tiempo drogado y hablando como si todo fuese una broma. Y mi segunda era Quinn, un chico de cabello oxigenado, delgado y con una sonrisa hermosa, que era todo lo contrario a Bert pero tenía un problema: él hablaba siempre demás y eso era una increíble ventaja para mí.

- ¿Por qué quieres saber? – me preguntó Quinn mientras llevaba una manzana verde a su boca.

Responder con la verdad sería autosabotearme, todos en la escuela sabían mi relación de dos años con una chica del colegio cristiano, no podía.

- Un amigo -sonreí-, tengo un amigo muy cercano que le interesa Gerard – intenté sonar lo más convincente posible.

- ¿Iero tiene amigos? – río el platinado – No es por molestarte, pero siempre eres muy esquivo – asentí sin preocuparme por su comentario, suspiró -, pero no puedo decirte.

- Está bien – sonreí de vuelta.

A lo lejos note a Bert junto a Gerard, quienes caminaban en nuestra dirección con las bandejas de acero de almuerzo, Gerard reía seguramente por algún comentario inesperado de Bert mientras este hablaba sin parar.

- ¡Vaya, Lero! Un invitado a almorzar – dijo Bert al sentarse al lado de Quinn, Gerard se sentó a mi lado.

- Es Iero – corrigió Gerard -, idiota – rio- Hola -sonrió al mirarme.

- Ho-hola – sonreí.

- Frankie quiere saber quién te gusta – Quinn soltó sin vergüenza, pude notar como Gerard se sonrojo a tal punto que quiso ocultar sus mejillas con sus cabellos negros y bajando la mirada. El rubio volvió a morder su manzana y rio- ¡No le diré nada! -advirtió con su boca llena.