Tú solo calla

Capítulo 2

Dos meses después

Dos meses, dos meses en los que la llevó viendo y cada segundo qué pasó con ella es increíble nunca nada me ha llenado, nunca he pensado que necesitaba alguien sin embargo ella me hace dudar, me hace dudar de todo menos de la muerte que otros merecen, eso está claro pero me hace dudar de qué tan sólo estoy, tal vez sólo sea una etapa en la que influye en esta vida, en mi vida. Pero ¿si no lo es? si ella en realidad de mi futuro qué pasaría si la pierdo, qué pasaría si algún día llegó y ella no está más, tal vez no lo soportaría me acostumbré a ella sólo viéndola dos veces por semana en ese parque hablando, sólo hablar y eso me hace feliz hay algo indescriptible en mi ser que quiere más, siempre quiere más y tal vez ella podría llenar ese vacío, porque ella lo cabo, ella entró como si nada en mi vida, sin pedir permiso entro a mis pensamientos, influyo en mí tiempo, espacio, jamás nadie había hecho eso sin pedir permiso, jamás se lo permití a nadie, tal vez era arriesgado pero eso me encanta, ella es todo, por eso le puse aquel nombre, el nombre que le otorgaron sus padres no favorecía su ser, su carisma, su belleza, encanto, sonrisa, nada, por lo que me tome la molestia de elegir su nombre digno de ella.

Astrid, uno de los nombres con el mejor significado, el mejor significado para ella, ya que proviene del Nórdico antiguo, significa que es la más bella, la más hermosa, la mejor, única y eso es ella, en eso se convirtió en mi mundo.

Tanto así es mi obsesión o amor por ella que investigue a su familia, todos y cada uno de los mínimos detalles. Se absolutamente todo de ellos.

Su madre es enfermera no gana mucho y el que tenga dos hijas no permite que tengan una vida digna, su padre es un maldito alcohólico y tiene la osadía de maltratar a tan perfecto ser. Tal vez si se tratara de otra persona no me hubiera importado, pero esa ella, ella me importa.

Por eso es que ahora estoy a dos cuadras de su casa, estoy esperando hace unas dos horas y el recuerdo de un mes atrás viene a mi mente haciendo estragos en mi ser, me contó un secreto, un secreto que la tormenta, ¿como una niña de de cinco años puede vivir con eso? Por lo que tengo en mente es secuestrarla.

Llevarla lejos de todo este infierno, que está viviendo en estos momentos que sea mía y pueda tener todo lo que siempre soñó, lo que le puedo dar, lo que se merece y mucho más.

Veo cómo se aproxima, por lo que hago señales para qué mis hombres la suban a la camioneta.

En menos de un segundo la tengo conmigo está aterrorizada, en sus ojos se ve el temor, pero cuando me ve su mirada cambia y una sonrisa aparece en su rostro, en ese rostro angelical.

La camioneta avanza dejando atrás su vida pasada desde ahora no es la niña que sufre, qué lucha sola tratando de callar las voces.

Es mía.

Es mi princesa.

Mi reina.

Mi diosa.

Mi hija.

—Hija ¿puedo llamarte así?—se lo preguntó, no quiero que tome que lo tomé como una exigencia.

—Sí, ¿puedo llamarte papá?

Mi sonrisa crece como también mi corazón, es un regocijo tan grande que pensé que sería inexistente en mí, tal vez esto sea un error pero se hace ver como el mejor error que he podido cometer.

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18 años después...

Fue difícil, pero jamás me arrepentiré de todo lo que eh tenido que trabajar para que ella este feliz, en estos momentos me encuentro abrazándola mientras que ella llora como casi todas las noches, dice que la ayude a callar las voces, siempre es así ha sido así y suceden en las noches dónde escucha voces, voces que la perturban haciendo así que entré en pánico, ese pánico no ayuda mucho en sí, pero desde que ha estado aquí conmigo ha tenido noches en las que se despierta llorando, llorando porque escucha esa voz, llorando porque no se calla, llorando por lo que inventa la gente, llorando por sus malditas mentiras, llorando por su pasado.