Capitulo 5

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Astrid

Por las cámaras que están  en el bosque veo como Eider va matando a todos los esclavos de un disparo certero, sin rodeos, admiro su manera de moverse como también sus reflejos, esto no es nada nuevo para mí, llevo años viendo como matan a las personas de maneras muy crueles, me gusta ver su sufrimiento pero no escucharlos gritar, porque no hace falta escuchar los gritos de horror y suplicas para saber que está sufriendo, sus facciones, mirada, cada movimiento que realiza también es ameno.

Es fácil estudiar a las persona, bueno en mi caso lo es, ni el mejor psicópata puede ocultar sus verdaderas intenciones aun que este sea el mejor. Me encanta detalla a las personas asi es mas fácil saber a lo que uno se enfrenta, muy pocas veces me equivoco con mis pensares o suposiciones, dudo que lo que pasa por mi cabeza ahora mismo sea incierto.

—As…— volteo a ver a Izan.— ¿escuchaste lo que dije?— rebusco en mi mente el momento en que me estaba hablando pero las suposiciones me hicieron perderme.

Hablaba de un posible infiltrado.

Esa voz me hace recordar a lo que venía la plática.

—Creo que deberíamos seguirlo más de cerca, sus movimientos son sospechosos, y  sus datos no cuadran.

—Podemos matarlo de una vez.

—Podemos, pero no seria lo más conveniente, piensa en que podemos voltear las cosas y cuando obtengamos lo que deseemos de él se muere y ya.

—¿que esta asiendo?—Ezra señala  la pantalla.

Veo como el nuevo está diciendo algo al cadáver de Lucrecia.

—¿Estas ciego o que?, se nota que le esta diciendo que la perdone por haberla matado.

—Yo quería matar a esa perra.— se mete Hiram.— Lo que trato de hacerle al abuelo no tiene perdón, ni hablar de la traición que cometió.

—Es bueno saber que se llevo a la tumba la cicatriz que le hizo la tía…

Recuerdo la vez que trato de matar a Lion ya que yo estuve presente en ese momento como también en el momento en que sentí terror porque mi padre se había atravesado cuando ella apuntó la daga hacia este que estaba desprevenido, fue a parar directamente al brazo izquierdo de mi padre pero éste no emitió ningún sonido de dolor ni mucho menos, salvando la vida de su hombre más leal, mientras sólo miraba con odio absoluto a Lucrecia en ese momento se encontraba pálida mirándolo y en menos de segundos Ría llegó a ella a su espalda propinado un golpe en la cabeza que la dejó inconsciente por varios minutos, al despertar se encontraba atada de manos y pies en la sala. Su llanto era incontrolable sabía perfectamente que procedía en caso de traiciones. Ella había estado miles de veces en las reuniones que consistían por una tradición, en si consiste en que todos los miembros de la gran mansión  desde los dueños hasta el personal de limpieza, absolutamente todos tienen que estar vestidos de rojo con un pasamontañas negro presenciando la tortura de la traidora o traidor en ese momento toda la casa se quedaban en un total silencio, mientras que la servidumbre acomoda las sillas para los dueños y los trabajadores se cambiaban de vestuario. Esto significaba de todos se muestran a de acuerdo a la tortura de ésta persona, los únicos se vestían de blanco con pasamontañas negros eran mi padre e Ría ya que a uno lo había traicionado y a con la otra se había metido con su familia.

Las leyes de la mafia dictaban que cuando uno de los traidores era un fuerte aliado se lo humillaba y torturaba pero no se lo mataba ya que esté tendría que servir como esclavo de tortura. Su vida estaba en manos de mi papá, que decidía cuando se cansaba de verle la cara.

Era diferente cuando se trataba de un enemigo, puesto que cuando esto pasaba, cuando capturaban al enemigo la cosa era más grande ya que esto sólo significa el demostrar quién tiene más poder en este mundo. Entonces cuándo el enemigo caía no se la torturaba en la sala de la mansión si no está se realizaba  en el jardín trasero dónde la tortura no sólo la veían los empleados de esta mansión si no todas las del regimiento König que vestían de rojo .Esa era una de las peores humillaciones y de las peores torturas  no sólo el daño era físico si no también mental.

Tú solo callaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora