Plan

5 1 0
                                    

En el resto de Côbvier nada había cambiado. 

La oscuridad seguía poblando todos los reinos.

Hacía miles de años de la partida de Neyland, y desde ese momento Helya y sus soldados de Onfernium terminaban con todo aquel que se propusiese cruzar el portal hacia Keîter. No le venía bien perder súbditos en aquella parte del territorio, ya que era consciente de que alguna vez aquellos que se encontraban al otro lado se alzarían en su contra.

Cuando Neyland desapareció, la madre de la oscuridad obligó a varios magos a separar aquel reino, como si nunca hubiese pertenecido a Côbvier. Pero aquellos magos no pudieron terminar su labor, puesto que al no poder separar completamente aquel reino del resto de Côbvier fueron condenados a ser brutalmente asesinados por Alhom... Aquella tierra no gozaba de lo que antaño había gozado. La paz se había acabado e injusticias se hallaban en cualquier rincón, incluso en el reino libre, pues el ser humano jamás lograría hallar la justicia en su plena forma. 

***

Una mujer dotada de gran belleza conversaba con un enorme lobo de dos cabezas cuyo nombre era Fangüier. Era de un tono castaño oscuro. Su pelaje estaba descuidado y en él se podían apreciar cenizas. Si alguien hubiese mirado a aquellos ojos amarillos, hubiese quedado reducido a polvo en cuestión de milésimas de segundos. Empero a aquella mujer eso no la afectaba, ya que los muertos no pueden morir dos veces.

Los hermosos ojos de la deidad se posaron en los del lobo. Una cicatriz cruzaba uno de los rostros de aquel animal, el que parecía más expresivo, y posiblemente el verdadero. Esto, acompañado por la maldad en su mirada y aquellas calvicies que tenía por gran parte de su cuerpo, le daba un aspecto un tanto enfermizo y, al mismo tiempo, temible. Parecía débil, su cuerpo al menos lo parecía, mas aquella mirada te decía que débil no era uno de los adjetivos que le definieran.

Helya, elegante y cautelosamente, como siempre, se aproximó a él. Sus ojos inyectados en sangre observaron con gran atención,examinando los amarillos de Fangüier:

—Entonces, la niña de Neyland está siendo sucumbida por nuestros soldados, ¿cierto, Fangüier? —preguntó, serena. 

—En efecto, mi diosa. La niña de mi hermano está siendo sucumbida por sus soldados. —Aunque resultase extraño Fangüier y Neyland se parecían, puesto que pertenecían a la misma camada. A pesar de la malformación que tenía Fangüier, causada por la magia oscura, en algún momento fue tan hermoso como lo era Neyland. No se podía negar su semejanza. Cientos de años antes habían sido dos gotas de agua, estaban cortados por la misma tijera. Tiempo después, sus miradas seguían siendo las mismas, y de cierto modo la luz que emanaba de sus ojos resultaba tremendamente similar. Si alguien los hubiese mirado a los ojos, hubiese  sabido la verdad.


Rhindanos: "El Retorno de la Oscuridad"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora