Capítulo II

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Después de haberme terminado la bebida en mi vaso, una chica tan linda y coqueta me habló.
Era la chica que me gustaba, la que iba a la misma preparatoria que yo.
Era tan hermosa.
-Hola -dijo, sonriéndome con esos labios brillantes por el labial que le daban un toque natural; le quedaba cualquier color, pero ese labial brillante la hacía verse natural, sin querer destacar del todo; y es que el rojo era un color lascivo, directo, atrayente y seductor.
-Hola -dije, aprovechando a escudriñar por completo su cuerpo: llevaba un vestido negro, ni atrevido ni horrible, sino simplemente estable. Es decir, sencillo; era de tirantes y la tela era lisa, suave y llevaba unas pequeñas y sencillas flores blancas que adornaban y resaltaban aún más su belleza; sí, un vestido simple, pero hacía ver en ella una lado natural, sin presumir, tan agradable y sonriente; y no se diga de sus zapatos, que simplemente eran unos Converse negros.
Ese era uno de los factores por los que me gustaba ella: con cualquier cosa que se ponga, revelaba el aura que hay dentro de ella misma.
Y esta era un aura de sosego.
-¿Cómo estás? -se puso al lado de mí, agarrando un vaso del montón que había.
-Genial, ¿y tú?
-Igual, supongo.
Sus ojos de cristal con una tonalidad ligera de azul, escudriñaron el lugar en donde estaba, pero después de una larga inspección que, para mí, duró una eternidad, se dirigió a mí, y entonces, me paralicé y le seguí la mirada.
Estábamos mirándonos con detenimiento, pero estaba tan nervioso y tenso que no sabía que la había puesto incómoda con la larga mirada que le puse encima.
-Lo siento -dije, girando mi cabeza hacia un lado para evitar verla.
-Está bien -rio-. ¿Y...qué has hecho?
-¿A qué te refieres?
-Es decir...Bueno, admito que rara vez te hablo, pero siempre he sentido tu mirada en mí, así que creo que querías que te hablara...
-Lo siento -susurré, sintiendo la vergüenza hasta el máximo.
-Está bien, en serio. Y bueno...¿y tus padres?
-Se fueron de vacaciones durante este fin de semana.
-¿Y aprovechaste?-rio
-Así es. Cuando se tiene la oportunidad hay que aprovecharla -reí.
-Genial, tienes la casa para ti solo. Yo quisiera vivir sola.
-¿Y eso?-sonreí, ahora mirándola.
-Verás..., mis padres no se llevan bien que digamos, pero eso me incluye. No es como si realmente les importara yo.
-Wow, lamento...escuchar eso -y, entonces, al querer mirarla con más detenimiento, pude captar una sombra detrás, como si hubiera alguien en el patio; era una sombra grande y tenebrosa al fondo en el pasillo detrás del crital del patio; me paralicé por completo.
¿Quién era? ¿Era real? ¿Estoy soñando? ¿Es un fantasma?
No podía dejar de mirar a aquella mancha negra que me tenía impactado y asustado.
Y entonces regresé a la realidad.
-...Ey, ¿me estás escuchando?-dijo la chica de mis sueños, Aisha.
La miré, sobresaltado.
-¡Ah! ¡Perdón!
Ella suspiró.
-¿Estás bien? Parece como si hubieras visto un fantasma -y entonces una expresión de asombro y vergüenza se posó en su rostro-. Oh, por Dios, no me digas que tengo algo horrible en la cara.
Dejó su vaso casi lleno encima de la mesa.
-¡No!-apresuré a decir (lo último que quería era dejar ir esta oportunidad para entablar una conversación con la chica que amo)-. No -volví a decir, pero ahora más tranquilo-. No es lo que quise interpretar. Es solo...Estoy cansado y ya.
¿Te parece bien si hablamos en otro lado?
-Claro -sonrió.
La agarré de la mano y, antes de irme de la cocina hacia la sala, junto con la demás gente, volví a mirar hacia el patio y advertí que ya no había nadie.
Fue tu imaginación, Deker, pensé. Tu mente solo te está jugando una maldita broma.
Y entonces nos fuimos.

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