Capítulo III

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Eran las 3 de la mañana cuando de repente escuché un ruido proveniente de la planta baja.
Me levanté de la cama y agarré mi lámpara del cajón de noche a mi izquierda; bajé por las escaleras descalzo, intentando no hacer ruido. Tenía miedo, estaba todo oscuro y, si acaso, la luz tenue de la luna que entraba por las ventanas me ayudaba a disminuir el miedo que tenía..., pero no era suficiente.
Aguidicé mis oídos para escuchar mejor, estaba sudando en frío, estaba nervioso y repetía una y otras por mi mente: "todo estará bien. Solo se cayó algo", pero me aterraba pensar que alguien se había metido a la casa o que simplemente era un fantasma.
El ruido del reloj de péndulo resonaba una y otra por mis oídos, deseando haberlo apagado para poder escuchar mejor el ambiente.
Bajé con lentitud, intentando no hacer mucho ruido y queriendo examinar el interior de la casa con lentitud; escudriñarla.
Y entonces, llegué a la cocina, que estaba frente a la sala; había pasado el pasillo con más temor, pues todo estaba más oscuro. Pero agradecía el hecho de haber tenido una lámpara.
Me asomé con lentitud a la cocina...: no había nada ni nadie..., excepto...una botella. Sí, una botellla de plástico con media agua adentro tirada en el piso. Y la necesitaba para quitarme la grande sed que se estaba creando en mí.
La botella estaba al lado de la mesa de centro, frente a la tarja, y entonces la levanté y aproveché a beberla y después la tiré en el bote de reciclaje.
Miré a mi alrededor para ver si no había nada más y fue ahí cuando las preguntas me surgieron.
Parece ser que la botella se cayó de la mesa de centro..., ¿pero cómo?, pensé, ¿por qué? ¿Por qué a esta hora? ¿Esa botella estaba ahí antes, siquiera? Bueno, al menos me alegro de que no haya sido algo más.
Inhalé y exhalé con lentitud, intentando tranquilizarme.
Volví a dar otra mirada alrededor y entonces me alivié de no ver a nadie.
Decidí volver a mí habitación, así que tuve que pasar por aquel pasillo tan tenebroso para llegar a mi habitación.
En el momento en el que llegué, un mensaje llegó a mi celular.
Era mamá.
-Cariño, ¿estás despierto?
-¿Qué sucede, mamá?
-Amor, la señora Agia me llamó y me envió una foto, mira.
Me llegó una imagen y la miré con detenimiento.
-¿Quién está afuera de la casa?-preguntó ella.
Y me paralicé por completo.
Empecé a sudar y mi corazón se aceleró.
-¿Qué? Mamá..., acabo de bajar para la cocina..., no había nadie.
-Oh, cariño, no no. Ha de ser un ladrón, ni se te ocurra ir, cierra todo. Llamaré a la policía.
-¿Estás segura de que es una persona? ¿No es falso o...?
-Cariño, no, me lo acaba de enviar la señor Agia. Ella no miente.
-Mamá...
-Llamaré a la policía, no hagas nada.
-¿Y si se mete o algo? Iré a ver, agarraré la pistola de papá.
-No, cariño, no no...
Y entonces apagué el celular antes de que mi madre me llamara.
Hace no mucho bajé a la cocina, pero no ví a nadie en la entrada.
¿Qué mierda está pasando?, pensé, es una broma, sí...tiene que serlo.
Volví a agarrar mi lámpara y cerré la puerta de mi habitación, después decidí ir a la habitación de mis padres para ir por la pistola que mi papá escondía debajo de su almohada.
La agarré y entonces bajé las escaleras con lentitud.
Mi papá me había enseñado a usarla por si sucedía algo como lo de hoy.
Pero tengo miedo.
No puedo respirar bien.
Me duele el pecho.
Cuando llegué a la entrada, me asomé con lentitud hacia la ventana de la derecha en la sala...y..., sí, efectivamente, había alguien.
Alguien misterioso y grande estaba ocupando la entrada de mi casa.
Y me dio más miedo.
¿Es un ladrón?, pensé, ¿qué hago? ¿Espero a que llamen a la policía? Mierda.
Mi mamá iba a llamar a la policía, lo sabía, pero si aquel grandulón intentaba hacer algo mientras llegaba la policía..., ¿qué iba a hacer?
La puerta estaba con seguro y me alegraba no haber olvidado ponérselo, y estaba seguro de que las demás puertas estaban seguras.
Eso esperaba.
Y cuando decidí volver a mirar por fuera, ya no había nadie.
¿A dónde se fue?, pensé. ¿¡A dónde se fue!?
Y entonces...
Sucedió algo que casi me desmayo del susto.
Una ventana se había quebrado.
Él había entrado.

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