Capítulo 8: Oscuridad

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Harry durmió mucho.

Durmió a pesar del sol que entraba por la ventana helada. Durmió mientras Snape llamaba a su puerta. Durmió mientras repetía su nombre tres veces. Durmió mientras Snape se rendía y lo dejaba solo.

Cuando finalmente se despertó, había una bandeja junto a su cama, con una nota.

Te negaste a despertar. Tenía reuniones de personal que atender. Come todo lo que puedas. El tren llegará esta tarde y te esperan en la fiesta.

-SS

Harry volvió a leer la nota. Fría, sarcástica y mezquina. Y transparentemente preocupada por él. La dobló y la puso en su mesita de noche. Luego, levantó la tapa de la bandeja. Estaba vacía. Frunció el ceño.

Se oyó un pequeño ruido de estallido y, ante sus ojos, empezaron a aparecer platos. Tostadas, huevos, gachas, fruta, salchichas, tomates guisados. Té, azúcar y leche. Los elfos del castillo, supuso. Era imposible que pudiera comerlo todo. Se preparó una taza de té y se preguntó qué hora sería. La luz que entraba por la ventana era brillante. Podría ser todavía de día. El expreso de Hogwarts no llegaría hasta mucho más tarde, lo que le daba tiempo de sobra para temer. Pensar en el banquete y en las riadas de estudiantes le provocaba un desagradable nudo en el estómago. Se preguntó si podría saltárselo. Probablemente no. Snape lo había dicho en su nota. Quizá si estaba dormido se apiadaran de él. O tal vez podría esconderse. Si lo hacía, probablemente lo encontrarían y lo obligarían a salir de las mazmorras. Se imaginó a Snape arrastrándolo por el pelo como un cavernícola, y se rió.

Se preparó un tazón de gachas de avena con fruta y se lo comió lentamente. Comió un trozo de huevos con tostadas. Se preguntó si eso era suficiente. Si Snape estaría contento con él por haberlo intentado.

***

Severus se golpeó el pie con agitación. Las reuniones de personal siempre eran insoportables, pero esta parecía más larga de lo habitual. Horace Slughorn, según recordaba de su época de estudiante, podía hablar fácilmente durante horas si se lo permitían.

"...encuentro que la motivación y la inspiración son factores fundamentales para inducir la pasión por la elaboración de pociones..."

Lo único en lo que podía pensar Snape era en ver cómo estaba Potter. Lo había dejado dormido alrededor de las 10 de la mañana. Ahora eran las dos. ¿Quién sabía qué travesuras podría estar haciendo? Cuatro horas era mucho tiempo en el mundo de Harry Potter. Podría haber prendido fuego a las habitaciones. Podría estar metiéndose en las cosas de Severus. Podría haberse envenenado a sí mismo. O, lo peor de todo, podría estar aún durmiendo.

Severus no había mencionado a Dumbledore el pequeño arrebato mágico de Harry la noche anterior, por miedo a que se le notara algo en la cara. El chico había parecido estar bien, después, de todos modos, sólo cansado. Agotado. Pero no parecía dolerle la cabeza, y desde luego no había sangrado. Las lecciones parecían estar ayudando. Le ayudaban a producir una magia más impredecible y caótica. Lo hacían más fuerte y más peligroso. Qué maravillosa idea la del director. De todos modos, era comprensible que el chico no hubiera podido levantarse esta mañana.

Se miró las manos, la pequeña marca rosada en el dorso del pulgar donde los dientes de Harry lo habían raspado, y luchó contra el recuerdo. No sería bueno pensar en eso ahora.

Potter mirándolo desde sus rodillas.

No, eso tampoco. Detente, Severus.

La polla de Potter palpitaba en su mano.

Pacify - ChickenpetsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora