El pasado otoño.

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Hiciste del cielo un lugar
con las letras de tu nombre.
Eres el hombre
que le pone cara
a todos mis poemas.

Me quitas la inspiración,
las letras y las ganas
como antes la respiración:
A bocanadas,
a choque de labios,
a golpe de mirada.

Mis malos poemas
huelen a tu mejor colonia.
Sueno a tu memoria
y sueño con vivir en ella.

Me caigo de tu risa
y me hago silencio, recordando,
cómo acariciaba mis tímpanos
y me hacía cosquillas
de pecho para dentro.

La vida dolía contigo
pero eras excusa de supervivencia,
a pesar del peso. Y es que sigo,
doliéndome igual pero ahora sin ti,
y no tiene sentido.

Quiero volver a rimar contigo,
rimarme contigo,
arrimada a ti.
Con miedo
pero con sentido.
Sin sentido a ratos
pero con alguien
que me daba la mano
y el corazón me sostenía,
y le daba latido,
y le secaba las lágrimas
cuando todo lo cubría
la oscuridad de mis esquinas.

El otoño mata
pero vuelve cada año.
Igual estoy diseñada
para morir en tus brazos.
En la noche atrapada,
un día tras otro.
Y es que otros me han roto,
me han hecho trapos,
me han hecho la autopsia.
Pero no como tú.
Nunca tanto,
tan bonito
ni tan adictivo
como tus besos.

Tú:
el más breve poema.
"Tú" tiene cara.
"Tú" quema.
"Tú".

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